Vida cotidiana y normalidad en los años de la II República
El verano de 1936 comenzó en Galicia con el final de la campaña por el plebiscito del Estatuto de Autonomía. Estuvo plagada de mítines, actos y propaganda en la que participaron los mejores y más conocidos artistas e intelectuales del momento. Fue más que un proceso político y tuvo que ver con un deseo colectivo de alcanzar un reconocimiento pleno identitario. Los días siguientes a la votación fueron las dos semanas anteriores al golpe de Estado del 17 de julio. En ellas, se sucedieron las fiestas y celebraciones que marcan el inicio del verano, que no se vieron interrumpidas por la dinámica política que venía desarrollándose en Madrid. No era inconsciencia, sino todo lo contrario, absoluta normalidad.
El cartel de las fiestas del Apóstol del reconocido creador radicado en Compostela, Camilo Díaz Baliño, resume bien aquel momento. Recoge con los motivos propios de la fiesta, la Catedral de Santiago de fondo a la que alegran tocando el viejo gaiteiro y el joven tamborilero. Pero también incluye el juego de banderas ondeantes que dan testimonio de lo que se había conseguido con el Estatuto al aunar las aspiraciones de reconocimiento autonomista y el fortalecimiento del sentimiento republicano.
La historia del cartel refleja lo inesperado y brutal del golpe que vino después. El artista que lo había creado fue asesinado en el mes de agosto, siendo uno de los primeros en sufrir ese destino en Santiago de Compostela. Su hijo, el que sería también gran creador, intelectual y artista gallego Isaac Díaz Pardo, en aquel entonces joven militante de las Juventudes Socialistas Unificadas, tuvo que huir con sus dieciséis años recién cumplidos para salvar su vida. El cartel, por su parte, despojado del reconocimiento de su autoría y amputado de las banderas democráticas de Galicia y España, fue recuperado para su uso nuevamente como cartel de las fiestas de Santiago en 1950.
AMM