La Guerra Civil española nació de un golpe de Estado fallido, pero este golpe no fue producto de un accidente aislado. En los años treinta, España, como los demás países europeos contemporáneos, tenía delante serios retos de tipo político, cultural, social y económico. En general, se puede decir que todos estos desafíos provenían de la llegada de la política de masas en Europa ya desde finales del siglo XIX, el desarrollo del capitalismo (incluyendo la Gran Depresión) y de cómo ambos fenómenos implicaron cambios sociales y nuevas demandas de grupos hasta entonces con escaso poder.
En el caso concreto de España, el bloqueo a una salida democrática del sistema político y a las reformas socioeconómicas durante el reinado del Alfonso XIII (1902-1931) provocó una crisis de la monarquía que a su vez desembocó en la llegada de la Segunda República en abril de 1931. La falta de tradición democrática en la sociedad española y las muy dispares opiniones sobre qué se debía reformar o no, y cómo, pronto se manifestaron en desacuerdos entre las fuerzas políticas y sindicales, y en conflictos a veces violentos.
Tampoco ayudó que los sectores monárquicos y antidemocráticos empezasen a conspirar contra el nuevo régimen desde el principio. El intento de golpe de Estado del general José Sanjurjo en agosto de 1932 fue un primer aviso de la amenaza que se cernía sobre la República. Luego, la revolución izquierdista de Asturias, y de la Generalitat en Cataluña, en octubre de 1934, marcó una senda de polarización política que culminaría en la Guerra Civil.
La guerra se produjo porque la derecha, ya desencantada del régimen democrático, se negó a aceptar la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 y se unió a las conspiraciones militares en marcha. Al mismo tiempo, la izquierda se desentendió de la gobernanza del país, mientras que amplios sectores socialistas y anarquistas abogaban, al menos verbalmente, por la revolución. Unos y otros protagonizaron en la primavera de 1936 miles de incidentes violentos en la calle que alarmaron a la opinión pública y dieron al mismo tiempo una coartada a los golpistas. Mientras tanto, el gobierno de centroizquierda intentó, con acierto dispar, controlar la situación. En este contexto llegó el golpe militar del 17 de julio de 1936.






