El comienzo de la Guerra Civil en el Norte de África implicó los primeros asesinatos de militares leales y civiles. Estos hechos sentaron el tono de lo que luego pasó en casi todo el país. La violencia era parte del plan de los rebeldes, diseñado por el general Emilio Mola, de aterrorizar a los republicanos y de este modo hacer posible la rápida victoria del golpe militar. El plan falló. En muchas partes de España, militares leales y, sobre todo, fuerzas de la policía se unieron a las milicias rápidamente formadas para derrotar a los rebeldes. Estas milicias a su vez ganaron el poder en la calle, e impusieron su terror contra los que ellos consideraban enemigos de la República.
Al fallar el plan de Mola, los rebeldes se vieron en una situación difícil y paradójica. No habían podido conquistar los mayores centros de poder del país como Madrid, Barcelona y Valencia, pero disponían de un ejército intacto y poderoso, el colonial, en Marruecos que podía permitirles conquistar el territorio leal al Gobierno. Sin embargo, no podían transportarlo a la Península porque la mayoría de la marina y de la aviación había quedado en manos de los republicanos, lo que les permitía bloquear el estrecho de Gibraltar. La solución a este problema fue el envío por parte de Alemania y de Italia, a partir del 28 de julio de aviones de transporte y cazas que les permitieron establecer un puente aéreo entre el norte de África y Andalucía.
Comenzó así la guerra de columnas que avanzaban hacia Madrid. Las primeras en hacerlo, formadas en parte por milicias carlistas, vinieron desde Navarra y Castilla la Vieja. Los defensores de Madrid las detuvieron en las sierras al norte de la capital a finales de julio. El eje de la guerra entonces quedó desplazado al sur. A comienzos de agosto las tropas coloniales de Franco comenzaron una campaña de conquista por tierras extremeñas caracterizadas por las rápidas derrotas de las milicias republicanas y las masacres cometidas por el ejército de África. Esta exitosa campaña permitió a Franco cimentar su poder político.
Cuando las tropas del ejército colonial llegaron a Madrid a comienzos de noviembre esperaban repetir los éxitos de Extremadura. Sin embargo, contra todo pronóstico, Madrid resistió. Esto se debió a varios factores: para los milicianos era más fácil luchar en posiciones estáticas con la capital a sus espaldas, la llegada de las Brigadas Internacionales y de material de guerra soviético, y la creación de las primeras unidades regulares del nuevo Ejército Popular. En términos de material, el poder de ambas partes se había igualado mucho, aunque en términos de tropas, las franquistas eran todavía superiores.
Mientras tanto, en el norte de España la zona leal compuesta por parte del País Vasco, Santander, Asturias y una pequeña zona de León quedó aislada de la frontera francesa tras la toma de Irún por las tropas rebeldes el 5 de septiembre. A diferencia de la zona franquista, la leal tendría ahora muchas dificultades para pasar hombres y material de un frente a otro, y por lo tanto estaba en clara desventaja estratégica.