La Guerra Civil española tuvo en Cataluña desarrollos específicos, derivados de factores como contar con un Estatuto de autonomía -Cataluña fue la única comunidad que lo tuvo desde 1932, manteniéndolo hasta el final de la contienda, a diferencia del País Vasco, que accedió a la autonomía ya durante la guerra, en 1936 y perdió su territorio en 1937, aunque no su Gobierno propio, trasladado a Barcelona-; el contar con un sistema de partidos y sindicatos en parte propio; y por su condición de principal región industrial del país, entre otros.
La derrota de la sublevación militar -con un ejército que en Barcelona y otras ciudades salió de los cuarteles para tratar de imponerse, a diferencia de Madrid- a manos de los sindicatos y partidos obreros y de las fuerzas de orden público, generó una dualidad de poder entre un recién constituido Comité de Milicias Antifascistas y el Gobierno de la Generalitat, así como el desencadenamiento de una fuerte represión y un amplio proceso de colectivizaciones en la economía. Desde Cataluña serían enviadas columnas milicianas a los frentes de Aragón, se pretendería (infructuosamente) la toma de las islas de Mallorca e Ibiza, y se intentaría constituir un ejército propio.
La tensión entre los dos polos de poder -hegemonizados por la CNT-FAI y el POUM; y por la Generalitat, ERC, el PSUC, la UGT y otros, respectivamente, tras la que subyacía la discusión sobre la primacía o no de la revolución sobre la guerra- llevó a los “Hechos o Sucesos de Mayo” de 1937, que se saldaron con la victoria de los segundos. Igualmente, y desde el momento del establecimiento del Gobierno central en la Ciudad Condal en octubre de 1937, se producirían conflictos con una Generalitat que vería sus poderes progresivamente recortados.
Todo ello en medio de una situación de sobrepoblación por la llegada masiva de refugiados de otras partes de la zona republicana y de un progresivo desabastecimiento y hambre en las ciudades, especialmente en Barcelona. La ofensiva franquista final sobre el territorio catalán conllevaría el éxodo de centenares de miles de personas -militares y civiles- hacia Francia, una parte considerable de las cuales acabaría regresando el mismo año 1939, permaneciendo el resto en el país galo, donde sufriría grandes penalidades, así como los avatares que se cernirían sobre el país galo a partir de su entrada en guerra en 1939 y su sorprendente y rápida derrota de 1940.
VSCW contributors: JMT