Abastecimientos y hambre
Repository: Archivo Comarcal del Vallés Oriental
Creator: Dirección General de Abastecimientos
Source:
Source: Archivo Comarcal del Vallés Oriental. ACVO100-27-T2-31
Date Created: 1938-12-15
Extent: 1 item
41.76807, 2.25051
La población civil en Cataluña no sufrió problemas de abastecimientos entre el inicio de la Guerra Civil y el comienzo del invierno de 1936. Es más, incluso aumentó el consumo alimentario en las ciudades, debido al inicio de las colectivizaciones. No obstante, Cataluña tenía un primer problema estructural: era un territorio de la República Española con cierto déficit en cuanto a la producción alimentaria, ya que una parte de los alimentos consumidos eran importados de otras zonas de España que ahora, o bien estaban bajo manos sublevadas, o bien bajo un territorio republicano cuyas conexiones habían quedado afectadas y cuyas necesidades por la presión de la guerra reducían los intercambios comerciales.
Más preocupante era la constante inflación de los precios de los alimentos, que inicialmente pudo ser compensada con el aumento salarial. Ahora bien, tras cuatro meses de guerra, las necesidades del frente empezaron a pasar factura en la retaguardia, así como las dificultades del Gobierno de la República -y el Gobierno de la Generalitat- para mantener acuerdos comerciales con países extranjeros. Por ello no resulta extraña la bienvenida, en olor de multitudes, que los ciudadanos de Barcelona organizaron al carguero soviético “Zirianin” en el puerto de Barcelona ya a mediados de octubre de 1936. Las toneladas que transportaba de mantequilla, carne en conserva o leche condensada -entre otros productos- fueron recibidos como una inestimable ayuda solidaria, que no sólo apartaba a Cataluña del aislamiento internacional, sino que visualizaba una primera ayuda alimentaria para la retaguardia.
El mercado negro y el acaparamiento de productos habían hecho ya acto de presencia, lo que se traduciría posteriormente en las primeras carestías de alimentos. Y, con ellos, las protestas de mujeres en la ciudad de Barcelona, tanto en mercados con en calles. El Gobierno de la Generalitat, para hacer frente a ello, acordó una política de racionamiento de productos básicos y un control de la cadena productiva y distributiva, así como el aumentar las importaciones de alimentos de la URSS, y en menor medida, de Francia. Pero la inflación no se detuvo y llegaría al extremo de inicios de 1939 alcanzando un aumento máximo en un índice del 900% respecto a julio de 1936.
A partir de inicios de 1937 ya se detectaron los primeros síntomas de una disminución significativa de la alimentación de la población urbana, acompañadas por tensiones en tiendas y calles en mayo de 1937 se estableció el racionamiento de ocho productos básicos, entre ellos pan, huevos, garbanzos o patatas. Esta situación, además, se acentuó a partir del verano de 1937 con la llegada de refugiados republicanos a Cataluña, lo que generó una problemática adicional en el abastecimiento. Barcelona y su área industrial fueron el epicentro de su recepción. Habitualmente los municipios eran los encargados de gestionar su manutención, aunque tanto el Gobierno de la República como el de la Generalitat eran, en teoría, los principales abastecedores de recursos. Por ello, ayuntamientos como el de Aiguafreda recibieron kilos de carne de cerdo para poder repartirlos entre los refugiados que se encontraban en el municipio a mediados de diciembre de 1938, tal y como apreciamos en la fotografía.
JPF