¿Una paz separada catalana?
Repository: Arnau Gonzàlez i Vilalta Archives (AGVA)
Creator: Pauser, Franz
Date Created: 1938
Type: Books
Extent: 1 item
51.34063, 12.37473
Durante los tres años de la Guerra Civil, las potencias europeas apostaron por la solución más conveniente geopolíticamente en el Occidente del continente y, especialmente, en los equilibrios mediterráneos. Con unas conexiones marítimas militares antagónicas en el Mare Nostrum, cualquier rumor de una paz separada de Cataluña -o de todos los territorios de lengua catalana, Valencia y las Baleares incluidas-, despertarían alarmas e interés en las cancillerías.
De esa idea que sobrevoló el conflicto de inicio a fin según la cual el Gobierno catalán en manos del nacionalismo democrático de izquierdas estaría en negociación con Francia, Gran Bretaña o hasta con la URSS, es de dónde procedería el libro del geógrafo alemán Franz Pauser. Desde la perspectiva de la geopolítica alemana, sin intereses directos en el Mediterráneo, se tenía claro que una Cataluña soberana sería una extensión natural francesa reforzando sus líneas de comunicación entre las bases de Tolon y Bizerta y el resto de los puertos del África del Norte Francesa y, por extensión, ayudándole en una guerra contra la Wehrmacht. Pauser insistiría en que era imprescindible evitar la secesión catalana y aún más imposibilitar que la costa valenciana y balear quedará en manos de un Estado que extendería Francia hasta casi Gibraltar.
El libro, publicado en alemán en 1938, no era una fantasía intelectual de un aficionado a la geografía, sino la representación de algo que tenía una sólida pero desajustada base. Ciertamente la Generalitat estaba en conversaciones tanto en Londres como en París con los respectivos gobiernos para hacer presente que Cataluña era un sujeto político a tener en cuenta, con personalidad propia, en cualquier solución del pleito español.
Entre 1937 y 1939 los delegados catalanes, Josep Maria Batista i Roca en Londres y Nicolau Maria Rubió i Tudurí en París, no dudarían en presentar opciones que, aunque de manera velada y no directa, proponían una paz separada que segregara Cataluña -o Gran Cataluña- de España como aliada democrática ante la embestida nazi-fascista que se avecinaba. Batista lo propuso en junio de 1938 a Lord Halifax, Rubió en noviembre de ese año a los franceses afirmando que Cataluña se desentendería de la España republicana de Negrín.
Pauser, como diferentes militares italianos especialmente los almirantes Goiran y Tur, temían precisamente eso. En la lucha por el control del Mediterráneo, Italia necesitaba “quedarse” la costa española para dificultar el tránsito británico desde Gibraltar a Suez pasando por Malta-Chipre, así como contra las líneas marítimas francesas norte-sur. Otra cosa era el miedo de que Cataluña, más que firmar una paz separada, quedara en manos de un régimen afín a la URSS, cosa temida por todos, desde el Vaticano a Gran Bretaña. En realidad, el fantasma de la paz separada, absolutamente real en las aprensiones o sueños de ministerios de exteriores y altos mandos, sería solo eso. El nacionalismo catalán, moviéndose al margen de Pauser, no quiso, no se atrevió, o no tuvo la perspectiva internacional suficiente para intentarlo seriamente. Quizás fue fidelidad republicana española, quizás falta de visión.
AGV