Reportaje del movimiento revolucionario en Barcelona

La película constituye un valioso documento que muestra la situación en Barcelona en los días siguientes a los enfrentamientos que impidieron el triunfo de los militares sublevados. Aparecen las huellas de la lucha en lugares emblemáticos de la capital catalana, las barricadas dispuestas en las calles principales o los parapetos en los edificios. Junto con todo ello, se observa el devenir cotidiano de la ciudad que no ha perdido su dinamismo habitual. Por otro lado, las imágenes ofrecen también rastros de una revolución que, tal como defendían los anarquistas como Mateo Santos, se encontraba en marcha para derrotar no sólo a los militares sublevados, sino también a la sociedad burguesa dominada por los capitalistas y por la Iglesia. 

Una de las muestras más patentes de este proceso lo constituyen las edificaciones religiosas saqueadas. Entre todas ellas destacan las del monasterio de las Salesas, con las tumbas de las religiosas profanadas y sus esqueletos expuestos a las puertas del edificio frente a una masa enardecida. Finalmente, el filme muestra también la partida de los milicianos al frente de Aragón en sus improvisados vehículos mientras son despedidos por una multitud entusiasmada. En estas imágenes observamos un sentimiento de presente, de inmediatez, de agitación, de revolución en marcha. Al mismo tiempo, revelan un escaso grado de manipulación por parte del montaje. 

El hecho de que la mayoría de las imágenes nos permita acceder a los hechos sin una intervención dirigista del montaje (como hacían los soviéticos) planteó inmediatamente un problema: en cuanto estas imágenes cayeron en manos del enemigo, constituyeron un material espléndido de contrapropaganda incriminatoria y fueron sistemáticamente utilizadas para denunciar las brutalidades que se cometían en la zona republicana. De este modo, las imágenes del convento de las Salesas pasaron a formar parte de multitud de filmes que apoyaban la causa franquista. 

Los propios autores del filme se dieron cuenta de esta circunstancia. De este modo, la escasa manipulación de las imágenes pretendía ser contrarrestada por un texto muy combativo leído en la banda sonora. En ocasiones, incluso se oponía a lo que podían contemplar los espectadores. De este modo, ante las tétricas imágenes de los esqueletos de las monjas, el locutor afirmaba que “La vista de esas momias retorcidas, violentadas por la tortura, levantó clamores de indignación popular.” En resumidas cuentas, bastaba eliminar la banda sonora o sustituirla por otra con un mensaje opuesto para que resultaran muy útiles al enemigo.

VJB