Batalla del Cabo de Palos
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La historiografía no ha sido muy generosa con la flota republicana. Ha señalado, con razón, la falta espíritu combativo de sus tripulaciones. Desde luego, la marina republicana no supo hacer buen uso de su superioridad clara en destructores y submarinos. Pero se ha ignorado, quizás demasiado, que muchos de los mandos que la servían eran miembros de la Quinta Columna, que los dos mejores buques del conflicto, los cruceros Canarias y Baleares, lucharon en el bando rebelde, y que aquella tenía una sola gran base, Cartagena, que además no tenía dique seco para el mantenimiento de las grandes unidades, a diferencia de Ferrol, en manos rebeldes, como lo estaba la otra gran base, Cádiz. Tampoco ha valorado la ayuda directa e indirecta que las marinas nazi y fascista dieron a los rebeldes, frente a la falta de un apoyo equivalente para la republicana. Loa convoyes que llegaban a la España rebelde solían venir escoltados por las poderosas armadas de los países fascistas. Los de la República tenían que ser protegidos con los medios propios, y estaban acosados por los submarinos de los aliados de Franco, sobre todo italianos.
A pesar de ello, de las grandes unidades que lucharon en el conflicto, los franquistas perdieron un acorazado, el España, en abril de 1937, al chocar con una mina en el Cantábrico, y el crucero Baleares, hundido en 1938 por la marina republicana, mientras que los republicanos solo perdieron al acorazado Jaime I, en junio de 1937, que explotó cuando estaba fondeado en Cartagena, probablemente por una imprudencia, aunque siempre se sospechó también que pudo ser un sabotaje. El único crucero republicano seriamente dañado, el Miguel de Cervantes, fue atacado por un submarino italiano en noviembre de 1936, lo que le mantuvo fuera de combate durante año y medio.
El hundimiento del Baleares se produjo el 6 de marzo de 1938 en medio de la Batalla del Cabo de Palos, no lejos de Cartagena. Fue el mayor combate naval de la guerra, y fue la escuadra republicana la que atacó. Ambas fuerzas se enfrentaron dos veces en el transcurso de unas horas. En el último enfrentamiento, en medio de la noche, dos torpedos, probablemente del destructor republicano Lepanto, alcanzaron al Baleares, que explotó y se hundió rápidamente. Fue una catástrofe para la flota franquista. Murieron 786 hombres.
La propaganda del régimen hizo en 1941 una película, El Crucero Baleares, que no gustó nada a la Marina, que consiguió que se destruyeran todas las copias. En Mallorca se hizo un monumento al barco en 1948, pues había partido de allí en su último viaje, y nueve niños marineros que murieron eran mallorquines. En 2010 se quitaron las inscripciones fascistas del monumento. También se hizo otro monumento en Ondárroa en 1958, de donde eran dieciocho de los marineros que perecieron. El monumento fue retirado en 2019. Se dijo entonces que se haría otro, pero ya sin las connotaciones fascistas de aquel.