Colectivización y control obrero en Cataluña
Repository: Memòria Digital de Catalunya
Creator: Conselleria d'Economia, Generalitat de Catalunya
Contributor: Josep Tarradellas
Contributor: Joan Porqueras Fàbregas
Repository: Cartels, Biblioteca de Catalunya
Source:
Reference Code
142
Date Created: 1936-10-24
Type: Poster
Extent: 1 item
Geographic Region: Barcelona
41.38289, 2.17743
Este cartel contiene los extractos “que más interesarán al pueblo” del Decreto de Colectivizaciones y Control Obrero que promulgó la Generalitat el 24 de octubre de 1936. Este decreto formó parte de los esfuerzos del Gobierno catalán para volver a imponer su autoridad después de la potente ola revolucionaria desatada por la rebelión militar del 18 de julio. Además de los numerosos negocios que acabaron en manos de los obreros, esta revolución incluyó la sustitución de las instituciones del Estado por un sinfín de comités, milicias, y patrullas conectadas con los partidos políticos y los sindicatos. Hasta septiembre de 1936, la Generalitat compartió el poder con el recién creado Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, dominado por la CNT-FAI.
Salvo en el País Vasco, hubo colectivizaciones en todo el territorio de la zona republicana. Llegaron a afectar a unos 800.000 agricultores y a más de un millón de personas en la industria. La colectivización fue más extensa donde dominaba la CNT-FAI, pero no se limitó a lugares donde dominaban los anarquistas. Los sindicatos socialistas estuvieron muy involucrados en este proceso, sobre todo en Andalucía. En muchos lugares, socialistas y anarquistas colaboraron.
No todas las colectivizaciones fueron voluntarias, sobre todo en el campo. Hubo sitios donde los campesinos se resistieron, como ocurrió en La Fatarella (Tarragona) donde militantes cenetistas mataron a 34 labradores locales.
El epicentro de la revolución urbana fue Cataluña donde aproximadamente el 70 por cien de las industrias y los comercios fueron colectivizados. Resultaron afectados desde la empresas más grandes hasta pequeños negocios como las peluquerías. La mayor parte de las colectivizaciones se llevó a cabo entre julio y septiembre de 1936 y fue obra de los mismos obreros sin tener una dirección centralizada.
Una de las descripciones más famosas se encuentra en el libro Homenaje a Cataluña del escritor británico George Orwell. “Prácticamente todo edificio de cualquier tamaño ha sido tomado por los trabajadores y engalanado con banderas rojas o con la rojinegra de los anarquistas; todas las paredes tenían pintadas el martillo y la hoz junto a las iniciales de los partidos revolucionarios; casi todas las Iglesias han sido arrasadas y las imágenes quemadas. Las iglesias aquí y allá estaban siendo demolidas de forma sistemática por grupos de trabajadores. Todo negocio y café tenía un cartel diciendo que había sido colectivizados hasta los limpiabotas habían sido colectivizados y los cajones pintados de rojo y negro. Los camareros… te miraban en la cara y te trataban como a un igual. Las formas servirles y hasta las formales de hablar habían desaparecido temporalmente.”
Por una parte, el decreto del 24 de octubre dio la aprobación oficial a las colectivizaciones. Por otra parte, marcó el comienzo de un proceso en el que el Gobierno ejerció cada vez más control sobre las empresas colectivizadas. Después de mayo de 1937, cuando se rompió el poder de la CNT, estos negocios fueron gestionados por capataces nombrados por las autoridades.
Las colectivizaciones, y la revolución de las que estas formaron una parte importante, fueron controvertidas en su momento, porque llevaron a un conflicto violento entres las fuerzas políticas en la zona Republicana, y siguen siéndolo. La cuestión principal de estos debates tiene que ver con la relación entre la revolución y la guerra. ¿Obstaculizó la revolución la lucha contra los rebeldes, o habría tenido más éxito una guerra revolucionaria?