La Iglesia española habla
Repository: Special Collections Labadie, University of Michigan, Ann Arbor, Michigan, USA
Creator: Catholic Church Bishops
Contributor: Catholic Truth Society
Source:
Reference Code
BX1585 .A723 1938
Date Created: 1938
Type: Pamphlet
Extent: 1 item
Geographic Region: London, England
51.50732, -0.12765
La Carta Colectiva de los obispos españoles a los obispos del mundo sobre el conflicto en España, publicada el 1 de agosto de 1937 en inglés, francés e italiano, así como en español, es un testimonio de la importancia que los franquistas atribuían a la opinión católica.
El documento fue redactado por expreso deseo de Franco y en tanto que iniciativa para tratar de restañar el daño infligido a la reputación de los “nacionalistas” por la destrucción de Guernica, ampliamente difundida en la prensa internacional. Por esta razón Franco pidió al Primado de España, Cardenal Isidro Gomá, que publicara una declaración en apoyo de su causa. El resultado fue la declaración más significativa hecha por la Iglesia española durante la Guerra Civil.
La Carta Colectiva fue firmada por cuarenta y tres obispos y cinco vicarios, pero no por otros dos obispos muy importantes. En primer lugar el cardenal arzobispo de Tarragona, Francisco Vidal i Barraquer, refugiado en Francia, que se negó a firmar porque creía que la Iglesia debería haber estado trabajando por la reconciliación en lugar de tomar partido, y al que por esta razón el llamado Caudillo nunca permitiría volver a su diócesis, falleciendo en el exilio. Tampoco firmó Mateo Múgica, el obispo de Vitoria, objetó que en la Carta no se mencionara a los sacerdotes vascos ejecutados por los franquistas tras la conquista del País Vasco. En octubre de 1937 los franquistas le expulsaron de España.
Según los obispos, el conflicto en España era fácil de entender. Era una lucha a muerte entre "dos Españas ... la espiritual ... y la materialista". Fue, en las palabras más citadas del documento, "un plebiscito armado". (Paradójicamente, el documento no calificaba a la guerra como “cruzada”, como había hecho el obispo de Salamanca Enrique Pla i Deniel en su carta pastoral de octubre de 1936, Las dos ciudades). Según la Carta Colectiva, la guerra era igualmente el resultado directo de un complot comunista urdido por el Komintern para lanzar una revolución en España. La trama incluía el exterminio del clero católico”, lo que en sí mismo era la conclusión lógica de las medidas secularizadoras iniciadas con la Constitución de 1931. Esta revolución era también profundamente“ antiespañola ”, estaba impulsada por el “odio al espíritu nacional” y dejaba a España ante una elección brutalmente simple: resistir o morir en el “asalto del comunismo destructivo”. El "movimiento nacional" de Franco, que había comenzado tan sólo después de que las autoridades republicanas ignoraran las advertencias sobre la "inminente revolución marxista", constituía precisamente esa resistencia.
Esta visión de la Guerra Civil era sesgada, partidista y engañosa. Para la terrible violencia perpetrada por los franquistas, sólo había justificación. Sin embargo, fueron precisamente estas características, así como la clara historia en blanco y negro que contaba, incluido el presunto holocausto del que fue víctima la Iglesia, lo que la convirtió en una pieza de propaganda tan poderosa. A pesar de que el Vaticano se negó a comentar nada la Carta Colectiva, cientos de obispos de todo el mundo la respaldaron y fue ampliamente publicitada en la prensa católica. Consecuentemente, no solo tuvo el efecto en la opinión católica mundial que Franco deseaba, sino que tuvo un impacto duradero en la forma en que se entiende la Guerra Civil.