Municiones soviéticas
Repository: Alfredo González-Ruibal Personal Collection
Source:
Fond or Collection
Alfredo González-Ruibal, Research Project, 2011
Extent: 1 item
Geographic Region: La Fatarella, Spain
41.1574, 0.48039
Este paquete de munición soviética sin abrir apareció en una trinchera republicana de la localidad de La Fatarella (Tarragona), en lo que fue la última línea defensiva republicana del Ebro.
La ayuda militar de la URSS resultó fundamental para la supervivencia de la República. Comenzó a llegar en octubre de 1936 y no dejó de incrementarse a lo largo del conflicto. Si bien han sido las armas vinculadas a nuevas formas de guerra, como los carros de combate y los aviones, las que han llamado más la atención de los historiadores prioritariamente, lo cierto es que una parte importante de la ayuda consistió en fusiles, ametralladoras, fusiles ametralladores y munición de armas ligeras. Su llegada masiva permitió al Ejército Popular incrementar la estandarización de su armamento, que resultaba fundamental para la eficiencia militar: una diversidad de municiones implicaba serios problemas en combate, porque los soldados no podían intercambiar cartuchos y los encargados de intendencia tenían que tener presente los distintos modelos de arma que estaban empleando los combatientes en primera línea. Si bien en 1936 la mayor parte de las armas ligeras que llegaron a España desde la URSS eran materiales obsoletos y heterogéneos, a partir de inicios de 1937 el régimen soviético comenzó a enviar fusiles Mosin Nagant, ametralladoras Maxim y fusiles ametralladores Degtyarev en gran número. Solo en agosto de 1937 llegaron a España 209.160 fusiles Mosin Nagant. Aparte de ser armas fiables y efectivas, tenían la ventaja de disparar todas ellas munición de 7,62 mm, la cual comenzó a fabricarse también en territorio republicano.
Aunque el Ejército Popular no llegó a alcanzar la homogeneidad total, lo cierto es que para finales de la guerra la inmensa mayoría de sus soldados estaban dotados de estas armas, incluida la totalidad del ejército de maniobra y las Brigadas Internacionales. La progresiva estandarización es claramente perceptible en los campos de batalla. Arqueológicamente se ha detectado que en los frentes activos en los últimos meses de la guerra la munición de 7,62 mm predomina con mucho y con frecuencia supone más del 90% de los cartuchos y vainas documentados. No obstante, la arqueología también ha demostrado que la URSS seguía enviando armamento antiguo: los marcajes indican claramente que la mayor parte de la munición que se exportaba a España tenía ya muchos años e incluso décadas: se han identificado incluso marcajes de época zarista. Esto era un problema, porque era más fácil que los cartuchos antiguos dieran problemas en combate. En cambio, la Alemania nazi y la Italia fascista suministraba a los sublevados material recién salido de sus fábricas, como lo demuestran los marcajes contemporáneos con las fechas de la Guerra Civil o inmediatamente anteriores.