Libros infantiles
Repository: Biblioteca Nacional de España, Madrid, Spain
Creator: Barberán Castrillo, Manuel
Contributor: Marquínez
Source:
Reference Code
VC/1460/58
Date Created: 1938
Type: Books
Extent: 1 item
Geographic Region: Vitoria, Spain
42.84651, -2.6724
Tanto los rebeldes como los republicanos hicieron esfuerzos para movilizar a los niños en apoyo de su causa, lo que la historiadora Verónica Sierra llama la movilización cultural de los niños. Las escuelas fueron el vehículo principal, pero estas campañas llegaron mucho más allá de las aulas.
Publicado en Vitoria, en la zona franquista, en 1938, el libro infantil Un héroe de diez años es un ejemplo de las distintas herramientas empleadas. El protagonista del libro, Pepe, es un hijo obediente, católico devoto y estudiante diligente. Como premio, sus padres le mandan a visitar a su querida abuela en el pueblo donde vive pero, poco después de que llegue, estalla la Guerra Civil. El pueblo cae en manos de milicianos republicanos que cometen toda clase de atrocidades que incluyen quemar vivos a dos curas. Después de “liberar” el pueblo, los “nacionalistas'' dan a Pepe la Medalla Militar para reconocer su valentía durante la ocupación.
Hubo un libro similar en la zona republicana, El mes petit de tots, de Lola Anglada. Publicado en catalán en 1937, con versiones en castellano, francés e inglés, el libro promocionó el ideal de una nueva sociedad más justa. La figura del Mes Petit fue inventada en 1936 por la Oficina de Propaganda de la Generalitat para fomentar el alistamiento en el recién creado Ejército de Cataluña. Fue tan popular que se acabaron fabricando figurillas que se vendieron y hasta se regalaron en las tiendas. También tuvo una canción.
Los libros, las revistas, y los cómics fueron algunos de los vehículos de esta movilización cultural. También hubo juegos y juguetes. Algunos, como los soldados recortables, soldados de plomo, aviones y tanques de papel, rifles y hasta títeres de milicianos que se vendían en el Metro de Madrid, tenían una temática militar. También hubo nuevas versiones del juego de la oca, los dados y las cocinas de juguete con temas relacionados con la guerra.
Muchos de estos esfuerzos propagandísticos vinieron de las organizaciones políticas y sindicales. Algunos partidos editaron sus propios cómics; y partidos y sindicatos de todo tipo tenían ramas juveniles que fomentaron la contribución de los niños al esfuerzo bélico. Uniformados y llevando las banderas relevantes, los miembros de los Pioneros del Partido Comunista, los Pelayos carlistas, y las Flechas de la Falange, celebraron las victorias militares y tomaron parte en manifestaciones. Las Juventudes Socialistas Unificadas del PCE y PSOE hasta fundaron escuelas ¡Alerta! que priorizaron la formación militar.
Los niños no fueron sólo los receptores pasivos de estas iniciativas de los mayores. También se movilizaron a sí mismos. Se vistieron de soldados, milicianos o enfermeras, hicieron simulacros de batallas e inventaron juegos como “la cola del racionamiento”. También tomaron parte en la guerra, sobre todo en la zona Republicana, donde se ofrecieron voluntarios para llevar mensajes para las milicias y vigilar las colas de las tiendas.