L'assedio dell'Alcazar (Sin novedad en el Alcázar)
La sociedad italiana constituía una auténtica retaguardia de la llamada guerra di Spagna. Pero no era fácil justificar una intervención militar a miles de kilómetros de distancia, sin una amenaza inmediata, sin ganancias territoriales ni prestigio colonial, sin promesas de trabajo y ni siquiera contrapartidas materiales, encima contraviniendo los acuerdos internacionales firmados por Italia. No es de extrañar, por tanto, que el anuncio de ayuda a las tropas sublevadas contra la República española se viera con inicial desconfianza por buena parte de la sociedad italiana, en particular entre las clases populares que sufrían el creciente desempleo y aumento del coste de la vida, y por una parte importante de las clases medias poco favorables a saldar la alianza con la Alemania nazi. Con la guerra, además, renacían las esperanzas de la oposición antifascista que combatía en España en defensa de la República.
Por eso pronto se puso en marcha en Italia una gran campaña de propaganda a través de la prensa, la radio, el cine o el arte que mostrara las ventajas y la necesidad de la intervención. Los principales periódicos enviaron corresponsales de guerra, entre quienes destacaron Gian Gaspare Napolitano, Lamberti Sorrentino, Curzio Malaparte, Sandro Sandri, Achille Benedetti o Guglielmo Danzi, director de la Oficina de Prensa y Propaganda (Ufficio Stampa e Propaganda, USP) en Salamanca. Se publicaron cartas ejemplares de los combatientes en los diarios o en libros conmemorativos como Legionari di Roma in terra iberica, en cuya portada las imágenes de un soldado fascista y un legionario romano se solapan sobre el fondo de un mapa de España. Tras la guerra algunos combatientes publicaron sus diarios o memorias, como las de Licio Gelli, un nombre que se haría famoso años después por su participación en las tramas del terrorismo neofascista.
El régimen fascista elaboró un discurso retórico y visual de la guerra a través de los documentales cinematográficos del Istituto Luce, modelo del No-Do español, o de películas como Sin novedad en el Alcázar (L’assedio dell’Alcazar), dirigida en 1940 por Augusto Genina. También la iglesia católica contribuyó al esfuerzo propagandístico a través de sus diarios, de sus textos pastorales y de los sermones de los sacerdotes en las parroquias, apoyando la “Cruzada” contra los supuestos enemigos de la religión.
FJMS