Los militares golpistas y la ejecución del golpe de Estado
Source:
Galiciana Hemeroteca, Boletín Oficial de la Provincia de La Coruña
Date Created: 1938-07-28
Type: Newspaper
Extent: 1 item
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El golpe del 18 de julio de 1936 fue un acto violento protagonizado y ejecutado por un reducido grupo de la cúpula militar que actuó siguiendo una estructura, forma y lógica típica del mundo castrense. Su objetivo fue tomar el poder que estaba en manos del gobierno democrático de la II República, por lo que se inicia a partir del golpe de las armas encima de las mesas de los despachos de las autoridades civiles y republicanas. Posteriormente, la violencia sería dirigida hacia el resto de la sociedad con la finalidad de someterla y hacerla partícipe de/en la sublevación mediante diferentes estrategias de persecución y aniquilación.
Los golpistas emplearon el bando de guerra como un mecanismo para insertar el golpe en un marco de falsa apariencia legal, tomar el poder, eliminar las garantías individuales establecidas en la Constitución de 1931 y supeditar las fuerzas armadas, la justicia común, el orden público y el poder civil al poder militar sublevado. Siguiendo esta estrategia, la organización del territorio siguió la línea castrense, agrupando los espacios en torno a plazas y comandancias militares, a las que los poderes civiles quedaron supeditados.
La dinámica de conquista del territorio funcionó, por tanto, a partir de las grandes ciudades, en donde guarnecían las principales fuerzas militares. De forma concreta, en Galicia, las actuaciones en las capitales de la VIII División, A Coruña, y del Departamento Marítimo del Norte, Ferrol, fueron clave para el desenvolvimiento de los acontecimientos. Las máximas autoridades del poder militar republicano sufrieron un destino común en manos de los golpistas, todos ellos fueron asesinados. El general Enrique Salcedo Molinuevo, jefe de la VIII División, y el general Rogelio Caridad Pita, jefe de la 15ª brigada de infantería y el gobernador militar de A Coruña, fueron detenidos durante el golpe de Estado, procesados, acusados de traición, condenados a pena de muerte y ejecutados, a principios de noviembre de 1936. El contralmirante de la Armada, Antonio Azarola Gresillón, jefe del Arsenal de Ferrol y exministro de Marina, fue acusado de “rebelión” por un tribunal militar, condenado a pena de muerte y ejecutado, a principios de agosto de 1936.
Si consideramos el golpe como un acto concreto de toma de poder, en Galicia sucede en muy pocos días. Con todo, tras este breve periodo de tiempo, los golpistas utilizaron, hasta bien entrado el otoño de 1936, un amplio repertorio de fórmulas propias de la estrategia bélico-militar. Es por esto que solemos hablar de un Golpe continuado en el tiempo, en el que las fuerzas de Orden Público prestaron servicios “propios de las circunstancias”, las nuevas corporaciones municipales funcionaron de modo provisional e inestable, los “paseos” y la justicia castrense llega a sus picos de máxima intensidad y se constituyen las primeras milicias locales armadas.
CLS