Algunos soldados bromean con una chica
Creator: Lorandi, Maurizio
Source:
Archivio Provinciale di Bolzano (Italia). Fondo Maurizio Lorandi. Code LORANDI0000727FSP456.JPG.
Extent: 1 item
La disponibilidad de cámaras ligeras y fácilmente portátiles como la Leica hizo que hubiera muchos fotógrafos aficionados durante la Guerra Civil Española. Maurizio Lorandi, un oficial de la región de Trentino que tomó esta fotografía, fue uno de ellos.
La vida en el frente poseía un carácter profundamente sexuado, era un espacio antropológico reservado al hombre donde la mujer ocupaba un lugar subordinado. En él se mantenían los roles de género socialmente establecidos, aunque las fronteras entre estos se tensionaban en una situación de excepcionalidad e incertidumbre común a otras guerras. Para muchos voluntarios italianos la guerra era comenzó como una alegre aventura, donde afloraban los sentimientos más primarios sin las cortapisas de la sociedad burguesa, y valores como el ansia de conquista o la embriaguez del combate se expresaron dentro de un discurso vitalista y orgullosamente machista. La conquista sexual no era sino una prerrogativa asociada de manera natural a la conquista militar y la impunidad de la victoria: “Habíamos requisado a todas las mujeres, el luto no contaba, hoy los oficiales de la guarnición quieren divertirse, y tienen derecho a ello”, escribía uno de ellos.
Las relaciones con las mujeres españolas fueron uno de los temas favoritos de los militares italianos y sus cartas retratan los diferentes modelos femeninos: solteras o viudas, jóvenes de familias burguesas que acogían a los oficiales en sus casas o conocidas en los cafés de las ciudades, madrinas de guerra, campesinas, maestras o enfermeras, pero también esposas de luto o hijas de prisioneros haciendo cola ante las puertas de las cárceles («hasta se dice que algunas murieron de hambre y de cansancio», escribía el capitán Bassi), y prostitutas aparecen en sus cartas, dirigidas a su vez a otras mujeres, a sus respectivas novias, hermanas o madres.
La fama de donjuanismo acompañó a los militares italianos en España: “Bella española, no te enamores, aguarda, aguarda a los valientes españoles; los italianos se marcharán y, de recuerdo, un bebé te dejarán”, se cantaba en Guadalajara no es Abisinia, versión republicana de la canción Faccetta nera (recuerdo de la brutal conquista de Etiopía, en la que muchos de ellos habían participado solo un año antes). En la zona franquista se entonaba con otra letra que ridiculizaba a sus aliados cuestionando su virilidad: “Los italianos, en la trinchera, no se desprenden de sus camisas de seda, en el empeine llevan charol y, por la calle, van haciendo el maricón”.
La prostitución estaba ampliamente tolerada e incluso alentada por las autoridades militares. Su presencia era abundante en las ciudades como Zaragoza, que concentraban el mayor número de permisos de las unidades italianas (“nunca había visto una ciudad con tantas prostitutas”, dice uno de los personajes de Leonardo Sciascia en L’antimonio). Lo único que preocupaba a las autoridades militares era la transmisión de enfermedades venéreas. Además, empezaron a circular cartas anónimas que advertían a los soldados sobre la inmoralidad de sus mujeres en Italia. Tales rumores interesados añadían aún más preocupaciones a unas mujeres que, mientras soportaban la angustiosa espera, debían hacer frente a las necesidades de la familia.
FJMS