Oviedo
Repository: Adrian Shubert Personal Collection, Toronto, Canada
Creator: Foro Mendia
Contributor: Patronato Municipal de Turismo, Oviedo
Date Created: 1939
Type: Postcards
Extent: 1 item
Geographic Region: Oviedo, Spain
43.3606, -5.8449
El 19 de julio de 1936 por la tarde se sublevaba el coronel Antonio Aranda, jefe militar de Oviedo. Al mismo tiempo lo hacía el coronel Antonio Pinilla en la vecina Gijón. Aranda tenía fama de ser masón y liberal, y jugó muy bien esas cartas para apaciguar a las autoridades republicanas y animar a una columna de 4.000 mineros a alejarse de la ciudad para luchar en Madrid. Nunca llegaron, pues al llegar a León supieron que los rebeldes ya habían tomado Valladolid y les cerraban el paso. Pero su ausencia de Asturias le había sido muy útil a Aranda que de este modo pudo hacerse con Oviedo, reducir la resistencia de los Guardias de Asalto y milicianos leales, y comenzar una feroz represión contra los republicanos locales. Oviedo quedó aislado en medio de la revolucionaria Asturias. Aranda contaba con unos 2.500 hombres, mucho armamento, abundante munición y comida. Solo andaba corto de agua, lo que causaría graves problemas higiénicos a la población. Aranda se había hecho también con varios cientos de rehenes familiares de republicanos.
Las tropas rebeldes en Gijón eran débiles, unos pocos cientos de hombres, y acabaron refugiándose en dos cuarteles. Coraje no les faltaba, pues pese a los ataques de los muy mal armados milicianos, lucharon hasta agotar sus fuerzas el 21 de agosto. Aun así, el coronel Pinilla no se rindió y al ser asaltadas sus posiciones pidió al crucero Almirante Cervera que las cañonease. Los oficiales supervivientes fueron ejecutados por los republicanos.
La defensa de Gijón por las tropas de Pinilla fue una gran ayuda para Aranda puesto que hasta que no tomaron Gijón, los republicanos ejercieron un cerco poco agresivo contra Oviedo. Esto cambió el 4 de setiembre cuando los republicanos comenzaron una serie de ataques contra Oviedo acompañado de fuertes bombardeos aéreos y artilleros. Estos ataques fueron muy costosos para los dos bandos. Las limitadas fuerzas rebeldes comenzaron a perder posiciones y hombres rápidamente. Por su parte, la población civil sufrió enormemente estos bombardeos y además que, a finales de mes, se declaró una epidemia de tifus.
El 4 de octubre los republicanos lanzaron su gran ofensiva final. Aranda ordenó a sus tropas concentrarse en el centro de la ciudad. Su posición estaba a punto de colapsar. La lucha era ya a menudo cuerpo a cuerpo. Pero tenía una esperanza: la importante columna de socorro, con unidades del Ejército de África, que venía avanzando hacia Oviedo desde Galicia. Pudo resistir lo justo para que esa columna enlazarse con sus tropas el 17 de octubre. Las fuerzas republicanas, también agotadas y con poca munición, entonces se retiraron hacia las afueras de la ciudad desde donde continuaron luchando. Esta postal, publicada después de la guerra por la oficina de turismo de la ciudad, muestra la destrucción causada por los combates.
La salvación de Oviedo dio gran fama a Aranda, que fue ascendido a general, y reforzó aún más el prestigio de Franco. Al mismo tiempo, debilitó a las fuerzas republicanas que, aisladas del resto del territorio leal, a pesar de todo aguantarían un año más a un enemigo cada vez más fuerte, mejor armado y con una moral creciente.