Momias de monjas, Barcelona
Repository: Toni Munné Campañà Personal Collection, Barcelona, Spain
Creator: Campañá i Bandranas, Antoni, 1906-1989
Date Created: 1936-07
Type: Photographs
Extent: 1 item
Geographic Region: Barcelona, Spain
41.38289, 2.17743
Tras la derrota del golpe militar en la ciudad de Barcelona, se procedió a castigar a los rebeldes. El principal líder de estos era el general Manuel Goded. Fue sometido a un consejo de guerra y fusilado. Otros dos generales más y varias decenas de oficiales también fueron fusilados. Unos 400 presos (que luego llegaron a cerca de 2.000) fueron encarcelados en terribles condiciones en el buque Uruguay, que fue asaltado por milicianos que asesinaron a varios de los reos. Lo mismo ocurriría en otros puertos, como por ejemplo el de Tarragona, donde estuvo el Río Segre. Los asaltos y asesinatos en estos buques, así como la mayoría de las atrocidades cometidas en tierra por “patrullas de control”, fueron llevadas a cabo por milicianos integrados en las nuevas estructuras de poder revolucionarias, esto, es, no se trató de ataques de incontrolados sino que caían bajo la supervisión del Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña creado el 21 de julio. A comienzos de agosto ya habían sido asesinadas unas 500 personas, en su mayoría civiles, sobre todo religiosos o miembros de partidos de derechas.
Esto ocurrió en la Barcelona revolucionaria del verano de 1936 porque, como en otros muchos lugares de España, mandaban las milicias, en este caso las anarco-sindicalistas, y ellas se encargaban del orden público, que entendían sobre todo como la represión del enemigo, mientras que permitieron o participaron en crímenes y asaltos, en especial contra centros religiosos. Alguna de las escenas más impactantes de ese período fue la exposición en la calle de momias de religiosas. Como ya había sucedido durante la Semana Trágica de 1909, los que asaltaban conventos buscaban en sus cementerios y criptas pruebas de la degeneración sexual de los religiosos y esperaban encontrar cadáveres de monjas embarazadas o de fetos, o al menos pruebas, como encontrar los cadáveres atados de manos, de las torturas y violaciones que estas habrían sufrido.
Pero las milicias barcelonesas también llevaron a cabo otras acciones que buscaban transformar la sociedad como fue la socialización de la economía y, ligada a ella, la lucha en los frentes. Para los milicianos, la lucha armada era otro aspecto de la revolución.
Se ha calculado que fueron socializados tres cuartos de la economía urbana de Barcelona. Fábricas, comercios y establecimientos pasaron a ser gestionados por los trabajadores. Lo mismo ocurrió en el campo, donde se crearon comunas que expropiaron el 70% de las tierras. Esta revolución social fue extendiéndose a medida que las columnas de milicianos que salían de Barcelona y de otros lugares de Cataluña avanzaban hacia el interior de Aragón. La más famosa de ellas estuvo liderada por el líder anarquista Buenaventura Durruti, que salió con 2500 hombres desde Barcelona el 24 de julio. Su intención era recuperar la región y su capital Zaragoza para la revolución. A pesar de su entusiasmo, no lo consiguieron, quedándose a apenas 22 kilómetros de su objetivo. Las columnas no obstante siguieron llegando al frente aragonés. A comienzos de septiembre sumaban unos 20.000 efectivos. Eran muchos pero no estaban bien entrenados, disciplinados y armados para ganar la batalla por Aragón; sin embargo sí tenían los medios suficientes para realizar allí su sueño revolucionario, imponiéndolo por convencimiento o por la fuerza a sus habitantes.