Ampollas de Morfina
Repository: Sociedad de Ciencias Aranzadi, San Sebastián, Spain
Repository: Iñaki Mezquita Aramburu and Alba Peña Muñoz, Municipality of Lemoa
Date Created: 1937
Type: Medicine
Extent: 1 item
Geographic Region: Pena Lemoa, Spain
43.21675, -2.77353
Pocas cosas caracterizan más una guerra que el dolor. Dolor psicológico, pero también físico. Para paliar el sufrimiento se desarrollaron diversos medicamentos analgésicos a lo largo del siglo XIX: morfina, heroína y otros opiáceos. La morfina se obtuvo a partir del opio en 1803 y durante la Guerra de Secesión (1861-1865) se empleó ampliamente, lo que provocó que cientos de miles de soldados se convirtieran en adictos. Desde entonces, los ejércitos occidentales han utilizado la morfina para calmar el dolor en el frente y los soldados han abusado de ellas.
En el caso de la Guerra Civil, no parece que su consumo fuera generalizado, aunque sí se han documentado casos de adicciones y las toxicomanías y el alcoholismo crecieron tanto a lo largo del conflicto como posteriormente. En el frente la morfina se administraba a los heridos de forma sistemática, tanto por vía oral como inyectada. También era una forma de facilitar su muerte cuando ya no había posibilidad de salvar su vida: en estos casos, a los heridos se les proporcionaba a demanda. La enfermera británica Patience Darton recuerda haber inyectado morfina a varios soldados españoles que agonizaban por la gangrena. Pese a inyectarles altas dosis tardaron cuatro días en morir, lo que traumatizó a la enfermera. La escena sin duda se repitió en numerosos frentes.
Las ampollas de la imagen aparecieron en Pena Lemoa, una posición republicana que defendía Bilbao y que fue tomada por los franquistas durante la ofensiva de la primavera de 1937 en el Pais Vasco. Los republicanos lanzaron varios ataques y la posición cambió de manos en varias ocasiones hasta pasar a control sublevado definitivamente el 5 de junio. Los combates se saldaron con 1.600 bajas entre ambos bandos, en un terreno de poco más de una hectárea. Las bajas fueron especialmente numerosas entre los republicanos. El cerro fue sometido a un potente bombardeo artillero y aéreo. La superioridad de fuego sublevada y en concreto los bombardeos de la aviación dejaron fuertes secuelas psicológicas en los combatientes vascos. Las heridas provocadas por la metralla no fueron menores y la morfina fue sin duda fundamental para aliviar el sufrimiento de los combatientes.