El regreso de Rafael Altamira
El 10 de febrero de 2025, los restos mortales de Rafael Altamira (1866-1951) y su esposa, Pilar Redondo (1869-1957), fueron enterrados bajo un monumento especial en el cementerio de El Campello (Alicante).
Altamira fue un distinguido jurista, historiador, educador y escritor. Sus numerosos honores incluyeron doctorados honoris causa de ocho universidades, entre ellas Cambridge (Reino Unido), Columbia (EE.UU.), La Plata (Argentina), San Marcos (Perú) y la Sorbona (Francia).
Como muestra de su prestigio internacional como jurista, en 1920 Altamira fue nombrado por la Asamblea de la Sociedad de Naciones miembro de la Comisión de Juristas encargada de redactar una constitución para el Tribunal Permanente de Justicia Internacional, antecesora del actual Tribunal Internacional de Justicia. En septiembre de 1921 fue elegido uno de los primeros jueces titulares del Tribunal, cargo que ocupó hasta 1940. En 1933 fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos contra el belicismo.
Altamira fue detenido por los carlistas en Vitoria poco después del estallido de la Guerra Civil cuando intentaba salir de España. Estuvo a punto de ser fusilado, pero el general rebelde Miguel Cabanellas le salvó la vida y le permitió exiliarse. Su primer destino fue La Haya, donde continuó ejerciendo como juez del Tribunal Internacional. Pero cuando los Países Bajos fueron ocupados por los alemanes, se dirigió a Bayona, Francia. Logró huir en 1944, pasó a Portugal, donde dio clases en Coimbra y luego a México donde, entre otras cosas, enseñó en el Colegio de México y en la Universidad Nacional Autónoma (UNAM). En 1951 fue propuesto otra vez para el Premio Nobel, falleciendo antes de que el jurado pudiese decidir.
Altamira rechazó repetidas invitaciones del régimen franquista para regresar a España. Murió en la Ciudad de México y fue enterrado allí en el Panteón Español, al igual que su esposa seis años después. En diciembre de 2024 los restos de Altamira y Redondo fueron devueltos a España y enterrados en el nicho familiar en el cementerio de El Campello.
En una rara muestra de consenso, y una muestra de la talla de Altamira, estuvieron presentes funcionarios tanto del Partido Socialista como del Partido Popular. Esta fue también la primera vez que el rey Felipe VI, quien se ve conversando con María Luz Altamira y Rafael Prieto, nieta y bisnieto de Rafael Altamira, presidió el funeral de una víctima del régimen franquista.