Monumento a la memoria del general Mola
Dos accidentes aéreos cambiaron el curso de la España rebelde y quizás del país.
El primero ocurrió el 20 de julio de 1936. En él pereció el teniente general José Sanjurjo, en Cascáis, Portugal. El avión que le llevaba desde Portugal hasta Salamanca, un pequeño De Havilland DH.80 Puss Moth, se estrelló al despegar desde un hipódromo. Hasta ese momento, Sanjurjo había sido el “caudillo”, como le llamaba la prensa afín, de la derecha antirrepublicana española, a pesar de su liderazgo, inepto, del intento de golpe de Estado de agosto 1932. Tras ser condenado a muerte y ver su sentencia conmutada por cadena perpetua, fue liberado por el gobierno conservador en abril de 1934. Usó su exilio en Portugal para conspirar contra la República. Murió cuando, de acuerdo con los planes de los conspiradores, iba a ponerse al mando de la rebelión, y, de triunfar esta, de la subsiguiente dictadura. Su mano derecha iba a ser otro hombre que había muerto justo una semana antes, el político José Calvo Sotelo.
El otro accidente de aviación decisivo tuvo lugar el 3 de junio de 1937. En él falleció el general Emilio Mola, auténtico cerebro de la conspiración militar. A diferencia de Sanjurjo, al austero Mola era un hombre cuidadoso con sus planes. Conocía bien las estructuras del ejército y de la policía (fue Director General de Seguridad en los últimos meses de la dictadura de Primo de Rivera). Al igual que Sanjurjo, faltó a su juramento de lealtad a la República e incluso dio en falso su palabra de honor a su superior, el general leal Domingo Batet, el 16 de julio de 1936 de que no iba a sublevarse. El traicionado Batet sería luego fusilado por los rebeldes.
El avión en el que se estrelló Mola, un Airspeed AS.6 Envoy, cayó al suelo en el municipio de Alcocero, Burgos, en medio de una tormenta cuando Mola iba inspeccionar el frente. El 3 de junio de 1939, la dictadura inauguró un monumento - construido en parte por el trabajo de presos del campo de Miranda del Ebro, entre ellos algunos miembros de las Brigadas Internacionales - en el lugar del accidente. (En la foto se ve la ceremonia. También añadió el apellido del general al del pueblo, que ahora pasó a llamarse Alcocero de Mola.
La muerte de Sanjurjo abrió la puerta al ascenso de Franco al liderazgo de las fuerzas rebeldes. La de Mola garantizó que no hubiese rivales serios al afianzamiento de su poder personal. En la memoria oficial del nuevo régimen, ambos fueron reducidos a la categoría de meros colaboradores del Caudillo en la preparación del Movimiento Nacional, cuando en realidad el papel de Franco fue secundario y a veces ambiguo. Esta operación de falsificación de la Historia era necesaria para crear una imagen del dictador como salvador supremo de la patria elegido por Dios y por la Historia.