Cuartel de la Montaña, Madrid
Repository: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia
Creator: Sánchez Portela, Alfonso, 1902-1990
Source:
Reference Code
AS10960
Date Created: 1936-07-20
Type: Photographs
Extent: 1 item
Geographic Region: Madrid, Spain
40.4167, -3.70358
Se trata de una de las fotos más icónicas de la Guerra Civil: los muchos muertos, militares y civiles, en la que el observador no acierta a discernir muy bien de qué bando, que dejaron los combates por el cuartel madrileño de la Montaña.
En julio de 1936 Madrid tenía la mayor concentración de tropas y policía de toda España, pero los rebeldes no consiguieron arrastrar a la mayoría de la guarnición y de las fuerzas de orden público cuyos comandantes, en general, se mantuvieron leales. Además, la conspiración fue allí muy desorganizada, en parte porque sus líderes, empezando por el general Joaquín Fanjul, no eran militares en activo. En consecuencia, cuando comenzaron a llegar las primeras noticias del levantamiento en Marruecos el día 18 de julio, nadie sabía muy bien que hacer. El propio Mola había aconsejado a los comprometidos sacar sus unidades de la capital y dirigirse a las sierras del norte y esperar a sus tropas. Al final, solo una unidad, el Regimiento de Transmisiones de El Pardo, siguió el consejo. El resto de las fuerzas rebeldes cometió el error de declararse en rebeldía y acuartelarse.
El Cuartel de la Montaña se convirtió en el principal núcleo rebelde en la capital el día 19, cuando el general Fanjul y unos 500 falangistas y otros derechistas ingresaron por sus puertas para unirse a los 2000 militares allí acantonados. Casi inmediatamente fueron rodeados por las fuerzas de orden público y unos 6.000 milicianos armados apenas unas horas antes. Detrás de ellos había una multitud expectante, compuesta en parte por hombres y mujeres que querían los 60.000 cerrojos de fusil almacenados en el cuartel. Sin estos cerrojos no podían usar los fusiles que el Gobierno les había entregado. Durante la tarde y noche del 19 hubo intercambios de disparos entre de los dos bandos. Unas pocas piezas de artillería leales también bombardearon el cuartel. Pero durante la mañana del 20 se hizo evidente para los sitiados que no iban a recibir ayuda alguna. La aviación leal comenzó a bombardearles. La moral, especialmente entre los soldados de recluta atrapados en esta situación, comenzó a decaer con rapidez. Alguien sacó por una ventana una bandera blanca. La multitud se acercó creyendo que el cuartel se rendía pero las ametralladoras la barrió. El incidente se repitió dos veces más. Finalmente, poco antes del mediodía, la Guardia Civil consiguió irrumpir en el cuartel. Le siguió una multitud furiosa que procedió a tomar venganza con gran brutalidad. Varios centenares de defensores fueron linchados. Solo unas decenas de oficiales sobrevivieron, aunque luego perecerían en su mayoría durante las sacas y ejecuciones de los meses siguientes.
En un par de días más no solo ya no quedaban fuerzas rebeldes en la capital de España sino que desde ella comenzaban a partir tropas, sobre todo milicias y fuerzas policiales, hacia los pasos de montaña del norte de la provincia. Iban a intentar detener a las columnas de soldados, carlistas y falangistas con las que Mola decía que iba a tomar Madrid.