Gran Bretaña y la No-Intervención
Repository: Prints and Photographs Division, Library of Congress, Washington D.C., USA
Repository: George Grantham Bain Collection
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http://hdl.loc.gov/loc.pnp/ggbain.35233
Type: Portrait
Extent: 1 item
El gabinete del Partido Conservador presidido por Stanley Baldwin, en la fotografía, vió en el fracaso del golpe de Estado militar en España, en el inicio de la Guerra Civil y en el desencadenamiento en la Zona Republicana de un período revolucionario, un peligro tanto para la política exterior de apaciguamiento que venía propugnado frente a las potencias fascistas europeas, como para la estabilidad interior del continente. Consiguientemente, decidió desde el primer momento no ayudar a la República Española, un Estado con el que mantenía relaciones diplomáticas normales. Trataba con ello en primer lugar de evitar la posibilidad de un choque en territorio hispano con Alemania e Italia, potencias con las que venía esforzándose por encontrar un acomodo ante sus pretensiones expansionistas. Acomodo que evitase una nueva guerra generalizada en Europa que la mayoría de la población británica rechazaba, inmersa en una crisis económica galopante y resabiada por las consecuencias de la Gran Guerra. Pero no era sólo esto: el gabinete conservador desconfiaba profundamente de una República Española a la que consideraba en manos de fuerzas izquierdistas revolucionarias y veía la sombra de la Unión Soviética y del comunismo cernirse sobre la Península Ibérica, lo que ponía en peligro sus cuantiosos intereses económicos y su colonia-base militar de Gibraltar.
Consecuentemente, el gabinete Baldwin, con Anthony Eden como secretario del Foreign Office, influyeron decisivamente sobre el Gobierno francés del Frente Popular presidido por el socialista Léon Blum para que abandonase su decisión inicial de responder afirmativamente a las demandas de Madrid de suministro de armas y pertrechos y apoyaron la iniciativa francesa de auspiciar, el 1 de agosto de 1936, la firma de un Acuerdo de No Intervención que prohibiera el envío de armas y municiones a los dos bandos enfrentados en España. Ello le permitió, además, frenar durante un tiempo las críticas de los laboristas, que reprochaban a Baldwin la falta de ayuda a la República.
El Comité de No Intervención se estableció en Londres bajo presidencia británica y no dependía de la Sociedad de Naciones sino que era un acuerdo de veintisiete Estados europeos -todos con la excepción de Suiza-, que teóricamente había de servir para frenar la extensión y el desarrollo de la guerra. La realidad, sin embargo, fue muy distinta, constituyendo desde el principio una farsa, dado que en el mismo participaban las potencias que de hecho -directa o indirectamente- participaban en la guerra, como eran los casos de Alemania, Italia, Portugal o de la Unión Soviética.
El fracaso de la política de No Intervención contribuyó directamente a la derrota de la República Española y no sirvió para evitar el estallido de una nueva guerra en Europa. En 1938 y 1939, y con un nuevo premier conservador, Neville Chamberlain, se dieron las Crisis de Munich y Checoslovaquia, respectivamente. Y el 1 de septiembre de 1939, a tan sólo cinco meses del fin de la Guerra de España, comenzó la Segunda Guerra Mundial en Europa. Fue un fracaso en toda la línea del Partido Conservador de Baldwin y Chamberlain.