Propaganda del PCE para alertar de la existencia de falsos guerrilleros
Creator: Partido Comunista de España
Source:
Archivo Histórico del Partido Comunista
Date Created: 1948
Extent: 1 item
Este documento es una advertencia del Partido Comunista de España sobre la existencia de falsas unidades guerrilleras. En el marco de la lucha antiguerrillera la Guardia Civil desplegó las contrapartidas, unas unidades formadas por entre 6 y 10 guardias que se movían disfrazados con las ropas que vestían habitualmente los guerrilleros. En algunas ocasiones, las contrapartidas estaban formadas por antiguos guerrilleros que habían cambiado de bando.
El origen más inmediato de las contrapartidas en la represión de la guerrilla republicana se encuentra ya en la etapa de 1936 a 1939 aunque no se usó de forma extensa hasta los años cuarenta. Por ejemplo, en octubre de 1938 los guerrilleros republicanos de la 165 Brigada dieron cuenta de que en las inmediaciones de la localidad de Valle de la Serena (Badajoz) guardias civiles y falangistas se estaban vistiendo de campesinos. En la provincia de Huelva las contrapartidas comenzaron a utilizarse incluso antes, a partir de 1937, destacando la comandada por el capitán de la Guardia Civil José Robles Alés. Este oficial hizo uso de la clásica estrategia de falsa bandera, ordenando a los guardias civiles disfrazados de guerrilleros que cometieran actos delictivos con el fin de atribuírselos a la resistencia republicana, de manera que ésta quedara desacreditada a ojos de la sociedad.
Tras su llegada a la Dirección General de la Guardia Civil en 1943, Camilo Alonso Vega potenció el uso de estas unidades a través de un aumento de los sueldos que recibían sus componentes. Estos emolumentos y ventajas hicieron que muchos guardias que desearon mejorar su situación económica no dudasen en sumarse a las contrapartidas, a pesar de que fueron estas las unidades que más posibilidades tenían de ser usadas para aplicar la ley de fugas y de torturar.
El comportamiento brutal de las contrapartidas provocó malestar y quejas de otros compañeros de armas. En este sentido, un guardia ya jubilado recordaba lo siguiente: “Me acuerdo que una vez los de la Contrapartida que no eran muy integrales, se creían con derecho a hacer y deshacer todo… Pegaban unas palizas de muerte. Las contrapartidas las formaban voluntarios. Era una gente bastante especial. No tenían corazón. Era gente desalmada. Tenían otra dirección distinta a la nuestra”.
En el clima de terror y confusión existente en el campo español en la postguerra, el campesinado tuvo que aprender a distinguir a los guerrilleros verdaderos de los guardias civiles disfrazados, e intentar identificarlos por el olor que desprendían, por como comían o vestían. Un campesino de Toledo recordaba que el método que él usaba para salir de dudas sobre la verdadera identidad de los hombres que tenía delante era el siguiente: “les ponían de comer, y si el hambre era excesiva, los consideraban guerrilleros; si comían con moderación, eran guardias civiles”.
AFP