Monumento al teniente António Augusto de Seixas, Barrancos
Creator: Municipality of Barrancos, Portugal
Contributor: Filipe Ribeiro de Meneses
Date Created: 2015-03-14
Type: Monuments
Extent: 1 item
38.132015, -6.977428
El pueblo de Barrancos está situado sobre una colina en el borde este de la amplia provincia del Alentejo, en el sur de Portugal. El pueblo más cercano es Encinasola, en España. Por eso no debe sorprender que Barrancos, que tenía 3.200 habitantes en 1936, fuese más afectado por la Guerra Civil española que ninguna otra localidad portuguesa. El estallido de la guerra provocó una llegada en masa de refugiados a esta región portuguesa. Los primeros en cruzar la frontera fueron españoles acomodados, asustados por las acciones de las milicias izquierdistas que buscaban erradicar a quienes apoyaban el golpe militar. Pero conforme avanzaban las fuerzas franquistas, y las milicias retrocedían, la naturaleza de los refugiados cambió: ahora los que huían a Portugal eran quienes tenían razones para temer el avance del ejército rebelde y de la Falange.
El gobierno portugués, dirigido por el dictador António de Oliveira Salazar -quien apoyaba el alzamiento militar- era hostil a esta segunda oleada de refugiados. En muchos casos, aquellos que fueron identificados como izquierdistas fueron devueltos a las autoridades españolas, enfrentándose así a un castigo seguro. Pero en la zona de Barrancos, las órdenes de Salazar no fueron seguidas. El mando sobre la fuerza múltiple establecida para controlar la frontera cayó en manos del teniente António Augusto de Seixas (1891-1958), de la Guardia Fiscal. Su intervención fue crucial para salvar a aquellos que, en setiembre de 1936, se acumularon en la frontera al norte de Barrancos. El 22 de setiembre 773 de aquellos cruzaron el río, y fueron detenidos en un campo improvisado en la finca Coitadinha. Seixas les permitió trasladarse a más de 25 metros dentro del territorio portugués, protegiéndoles de esta manera de sus perseguidores españoles, y, con la ayuda de la población de Barrancos, se aseguró de que fuesen alimentados. También permitió que otro grupo de refugiados más pequeño se concentrase en la finca Russianas sin que lo supiesen sus superiores.
Luego Seixas hizo posible el transporte de ambos grupos de refugiados -1020 en total- en camiones hasta el pueblo de Moura, donde fueron retenidos en la plaza de toros local, y más tarde por tren a la capital. Desde allí viajaron eventualmente por mar hasta Tarragona, en territorio republicano. El embajador español en Lisboa, Caludio Sánchez Albornoz, había conseguido transmitir a la opinión mundial el sufrimiento de los refugiados republicanos españoles en Portugal, y Salazar, bajo presión, tuvo que consentir este trasladado de detenidos civiles y militares.
Hubo otros casos de funcionarios portugueses en la frontera que desobedecieron el espíritu y la letra de las instrucciones recibidas desde Lisboa y ayudaron a los refugiados españolas. Pero ninguno arriesgó tanto su carrera como Seixas. Para recordar sus acciones y ejemplo, Barrancos le dio su nombre a una calle, y le erigió un monumento en 2015. La placa dice: “Porque recobrar la memoria es darle sentido al futuro”.
FRM