La Fortaleza de Carchuna
Repository: Juan José Ayala Cabronero
Date Created: 1938
Type: Fortifications
Extent: 1 item
36.70259, -3.44153
En mayo de 1938 se produjeron dos evasiones masivas de presos republicanos. Una fue un éxito completo. La otra acabó siendo una enorme matanza.
En el fuerte de Carchuna, en la costa granadina, estaban presos 308 soldados asturianos capturados por las tropas franquistas tras la caída de la zona norte republicana el otoño anterior. Carchuna estaba muy cerca de la línea de frente. El 16 de mayo, se fugaron cuatro oficiales que consiguieron llegar hasta las líneas republicanas. Con la información que aportaron, se terminó de preparar una operación comando para rescatar al resto de sus compañeros. Dos lanchas salieron de Castell de Ferro el día 23. Portaban a treinta y cinco voluntarios (entre ellos cinco brigadistas internacionales) que desembarcaron formando cuatro grupos. Uno cortó las líneas telefónicas que conectaban el fuerte con Motril y Calahonda. El segundo grupo se apostó en la carretera a Calahonda para proteger la huida. El tercer grupo llevaba los explosivos. Y el cuarto y más numeroso se encargó del asalto.
Tras tomar el fuerte fusilaron a un alférez al mando y a cuatro suboficiales que los presos dijeron que habían sido especialmente crueles con ellos, mientras que dos sargentos y unos veinte soldados de la guarnición se unieron (otras fuentes dicen que fueron tomados como rehenes). Unos veinticinco presos decidieron quedarse en el fuerte. Los liberados y los comandos se dirigieron a pie en dos columnas hacia las líneas republicanas, enfrentándose en el camino a los soldados franquistas. Un ataque artillero republicano creó la diversión necesaria para que lo consiguieran. La placa en la puerta del fuerte que desde 2018 recuerda los hechos ha sido atacada en numerosas ocasiones.
Casi al mismo tiempo, el día 22 de mayo, comenzó una fuga aún más masiva y que acabó trágicamente, en el fuerte de San Cristóbal, cerca de Pamplona. Se trataba de una prisión atiborrada de presos políticos y soldados republicanos, notoria por los malos tratos, el hambre y las enfermedades que provocaron muchas muertes entre los allí encerrados. Un grupo de estos, utilizando el esperanto como código secreto de comunicación, planificó durante meses la huida. En el momento de la fuga, había en San Cristóbal más de 2.400 prisioneros. A la hora de la cena comenzó la revuelta que consiguió dominar el fuerte. Pero un guardia que regresaba al mismo, y un falangista allí detenido también, pudo avisar a Pamplona de los que estaba ocurriendo y pronto empezaron a llegar numerosas tropas. Los presos no tenían ayuda exterior, así que solo 795 se atrevieron a salir del fuerte y echarse a los montes para intentar llegar a Francia. Solo tres lo consiguieron. El resto, fue capturado (585) o asesinado (207) en las semanas siguientes en lo que constituyó una auténtica cacería en la que participaron soldados, policías, milicias y hasta civiles armados. En 1998 se levantó un monumento en el monte Ezcaba recordando los hechos. Fue vandalizado por ultraderechistas tres veces. La última, en 2009, consiguió destruirlo a martillazos.