Las elecciones de febrero de 1936
Creator: Barra, Jordi
Contributor: Ancochea, Marc
Source:
Jordi Barra
Date Created: 2024
Type: Map
Extent: 1 item
41.38258, 2.17707
Este mapa muestra los resultados de las elecciones de febrero de 1936, en las que el Frente Popular ganó por un estrecho margen. Las provincias en azul fueron ganadas por la derecha; las que están en marrón, por la izquierda, y las verdes, por el centro.
El fracaso electoral del bloque de las derechas en las elecciones de febrero de 1936 se interpretó como el fin de la vía posibilista que había abanderado la CEDA. Hasta entonces, la coalición de partidos liderada por José María Gil Robles había apostado por reformar el sistema desde dentro. Desde su constitución, el 5 de marzo de 1933, la formación conservadora y clerical había seguido una estrategia gradual que buscaba ir ampliando poco a poco su influencia hasta conquistar el poder. La victoria electoral culminaría este proceso permitiéndoles liderar el Gobierno y así, capitanear la reforma constitucional, algo que sería posible a partir de diciembre de 1936. Optimistas, diseñaron una campaña agresiva, con lemas como “¡A por los trescientos!” o “Todo el poder para el Jefe”.
La derrota electoral frustró el plan y, con ello, las opciones de la CEDA de liderar unas derechas que ya veían la intervención militar como la única salida. También Gil Robles asumió esta posición. Según recordaba Manuel Giménez Fernández, representante del ala más centrista de la CEDA, el líder cedista les había dejado claro a él y a su compañero Luis Lucia en mayo de 1936 que la alternativa de un gobierno nacional o cualquier salida democrática estaban cerradas.
Consciente de que la única solución para sus intereses pasaba por una actuación militar, Gil Robles tomó la decisión personal de prestarle su apoyo. Y lo hizo a través de tres vías. Desde la tribuna del Congreso, desgastando al Gobierno con intervenciones parlamentarias incendiarias que buscaban alimentar la sensación de que el golpe era necesario para recuperar la paz social. A través de financiación, haciendo llegar a Mola quinientas mil pesetas de los fondos electorales de su partido. Y con la ejecución de pequeñas gestiones, como su intervención en las diligencias para conseguir un avión que llevase a Franco de Canarias a Marruecos o la elaboración de un manifiesto en Biarritz el 16 de julio donde justificaba el golpe.
Aunque estas actuaciones las realizó más bien a título personal, como dirigente de la CEDA Gil Robles preparó unas instrucciones reservadas para sus militantes, donde les indicaba qué hacer cuando se produjese la sublevación. Las recomendaciones instaban a dar apoyo público e inmediato a los militares, a colaborar sin hacer gala de carácter partidista, a alistarse en el Ejército y no en milicias o batallones propios, a abstenerse de las represalias contras los elementos izquierdistas, a quienes se juzgaría en tribunales militares con garantías, a evitar la lucha de poder por la hegemonía política y a auxiliar económicamente a la rebelión. Estas instrucciones se hicieron llegar a los dirigentes provinciales y contaron con la recepción positiva de la mayor parte de sus militantes, que, como casi todos los dirigentes importantes, estaban a favor de la rebelión. Pero también hubo excepciones, tanto en la primera línea, como Manuel Giménez Fernández o Luis Lucia, como en las bases y los escalafones intermedios.
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