Las instrucciones reservadas del General Mola
Creator: Vidal, Luis
Source:
Mola, mártir de España, de Ino Bernard (Bernardino Gálvez Bellido). Granada: Editorial y librería Prieto, 1938, 309 pp.
Fondo privado
Date Created: 1936
Extent: 1 item
42.8182, -1.64401
El 19 de abril, el general Emilio Mola Vidal, se convirtió en el “Director”, el nuevo líder operativo de la conspiración. Mola pertenecía al grupo de los africanistas. Con una hoja de servicios brillante, su historial en el campo de batalla le daba legitimidad ante sus iguales y ante los civiles que añoraban la autoridad militar. Reforzaban sus dotes de liderazgo su conocimiento de los servicios de inteligencia y seguridad y su fama de intelectual, ganada por escribir varios libros.
Sus publicaciones reflejaban ya un pensamiento antipolítico, nacionalista y promilitar. Para Mola, pronto la salida golpista fue la única posible y no cabía acuerdo con los republicanos, ni siquiera con centristas o conservadores. “Nada de turnos ni transacciones; un corte definitivo, un ataque contrarrevolucionario a fondo es lo que se impone”, escribió a la UME a finales de 1935.
Aunque la conspiración tenía un marcado carácter militar, Mola buscó el apoyo, la participación y la colaboración económica de diferentes fuerzas políticas y sociales. Para ello quiso plantear un programa transversal que no alejase a posibles aliados y evitase las pugnas internas, como había sucedido en los intentos de insurrección previos. El golpe de julio de 1936 fue el resultado de un proceso complejo, formado por varias líneas conspirativas lideradas por el entramado militar, pero con la colaboración, el apoyo y la connivencia de los principales grupos políticos de las derechas.
Militares y civiles repartieron sus esfuerzos en tareas complementarias de organización, contacto, financiación y agitación para preparar el terreno. Consciente de la importancia del apoyo civil, Mola se ocupó de favorecer contactos con las fuerzas políticas cercanas y diseñó un plan político integrador. El amplio apoyo que la conspiración logró suscitar entre unas derechas cuyos proyectos eran muy diversos puede considerarse uno de sus éxitos.
El “Director” también fue el principal responsable de la estrategia militar, aunque su puesta en marcha estuvo llena de altibajos y su ejecución no se ajustó del todo a sus planes. Estos se fueron manifestando a través de las instrucciones reservadas que enviaba a sus compañeros de armas implicados en el complot. La primera de ellas, el 25 de abril. Esta instrucción inicial dibujaba la hoja de ruta del ataque. Le siguieron tres más hasta junio, centradas en cuestiones operativas, labores organizativas y movimiento de columnas. La instrucción del 24 de junio añadió una nueva línea de ataque protagonizada por las tropas de Marruecos, lo que implica que se daba por seguro la participación de Franco.
A medida que se aproximaba la fecha de la sublevación, las órdenes de Mola se llenaron de recomendaciones de seguridad. En los últimos mensajes, enviados a través de enlaces localizados de extrema confianza, Mola transmitió las claves con las que los conjurados sabrían que había llegado el momento de rebelarse.
Colocadas todas las piezas, la sublevación parecía preparada. Sólo quedaba un último movimiento: conseguir trasladar al general Franco de Canarias a Marruecos para ponerlo al frente de las tropas africanas.
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