Boina de Requeté
Repository: Museo de Navarra, Pamplona, Spain
Creator: Maeztu, Gustavo de
Repository: El carlismo entre siglos, la Segunda República y la Guerra Civil
Date Created: 1937
Type: Painting
Extent: 1 item
Geographic Region: Pamplona, Spain
42.81845, -1.64426
Esta pintura de 1937 de Gustavo de Maeztu, "Con este signo venceré", muestra a un miliciano carlista ataviado con boina roja llevando una cruz al combate. La boina roja es el símbolo del carlismo, el movimiento ultra católico y monárquico absolutista que nació en la primera mitad del siglo XIX. Desde su nacimiento en la guerra civil de 1833-1840, el movimiento carlista siempre tuvo una vertiente militar e insurgente. Sus unidades, o tercios, acabaron adoptando el término Requeté. Los requetés se reorganizaron a partir de 1913, siguiendo ejemplos contemporáneos en Francia e Irlanda. En esto se comportaron como otras milicias, cada vez más virulentas, que emergieron en Europa poco antes y sobre todo después de la Primera Guerra Mundial. Pero fue durante la Segunda República, y especialmente desde 1932, a pesar de estar prohibidas las milicias, cuando los requetés reforzaron su organización militar, entrenando y armándose. Se preparaban para destruir un día el detestado sistema democrático.
El reorganizador de los requetés fue el coronel José Enrique Varela, quien luego tendría un importante papel en la Guerra Civil y en la dictadura franquista. El nuevo plan de instrucción incluyó el envió de 500 jóvenes a Italia, donde sus colegas fascistas les enseñaron el uso de las armas más modernas. En vísperas de la guerra, el Requeté sumaba unos 30.000 hombres, sobre todo en Navarra y en País Vasco (aunque los había también en Andalucía, Aragón, Asturias y Cataluña), listos para entrar en combate. No lo harían solos. Por un lado, desde hacía años, los dirigentes carlistas habían estado en negociaciones con otros grupos golpistas que les habían proporcionado dinero, armas y contactos. Por otro lado, el líder técnico de la conspiración, el general Mola, estaba destinado precisamente en Pamplona, epicentro del carlismo, y este sabía que la participación de los tercios carlistas era fundamental para tener éxito en su plan de golpe de Estado. Este consistía en enviar lo más rápidamente posible a las columnas carlistas hacia Madrid y converger allí con otras fuerzas sublevadas que provendrían del sur, y en especial con el Ejército de África.
Mola y los carlistas controlaron la situación fácilmente en Navarra y ello les permitió ayudar a otras fuerzas rebeldes a dominar casi toda Castilla y León. En un clima de fervor religioso y militar colectivo, los milicianos carlistas vieron sus filas aumentar hasta los 60.000 miembros. Pero no consiguieron su objetivo final. Fueron detenidos por la fuerzas republicanas a finales de julio en los pasos de las sierras al norte de Madrid. Este fracaso significó que el peso de la guerra iba ahora recaer en las tropas coloniales que, comandadas por Franco, avanzaban haciendo un arco desde la frontera con Portugal para caer sobre Madrid. Mientras tanto, la represión en las zonas controladas por las fuerzas militares de Mola y sus tercios carlistas y unidades falangistas dejó por detrás una profunda secuela de muerte. En los primeros meses de la guerra, solo en Navarra fueron asesinados unos 2.800 republicanos, y en la vecina La Rioja al menos 2.000 más.
Llama mucho la atención el origen humilde de los requetés, pues en su mayoría eran campesinos pobres. Es evidente que su rechazo visceral al Estado liberal primero y democrático después, más sus convicciones religiosas y de identidad local, que se transmitieron en sucesivas generaciones, pesaron más en sus conciencias y acciones que su situación social.