El crucero Canarias
Source:
https://en.wikipedia.org/wiki/Spanish_cruiser_Canarias#/media/File:Ae_C21.jpg
Type: Cruisers (Warships)
Extent: 1 item
36.84142, -2.46281
Esta es la historia de una batalla que no ocurrió, y que sin embargo quizás cambió el curso de la Guerra Civil. Al comenzar la rebelión militar, las mejores tropas del general Franco, el Ejército de África, quedaron prácticamente bloqueadas en Marruecos. La Marina republicana impedía su paso a la Península. Para contrarrestar este grave inconveniente, los rebeldes comenzaron un modesto puente aéreo que se hizo más importante unas dos semanas después con la llegada desde Alemania e Italia de aviones con más capacidad de transporte. El paso de un pequeño convoy naval el 5 de agosto fue jaleado por la propaganda rebelde como un gran éxito. Lo llamaron el Convoy de la Victoria. Sin embargo, este convoy apenas transportó 1.600 hombres, 6 cañones de campaña y unas 100 toneladas de municiones. Pero a este “éxito” no siguieron ninguno más en las próximas semanas. La Marina republicana, a pesar de sus muchas carencias, seguía bloqueando el Estrecho.
Lo que cambió radicalmente la situación fue la decisión por parte de las autoridades republicanas de enviar el grueso de la flota al Cantábrico el 21 de setiembre. La intención era apoyar moral y, en lo posible, materialmente a las fuerzas que luchaban allí aisladas y en clara inferioridad frente a las rebeldes. A la postre, tal movimiento apenas sirvió para mejorar la situación de aquellas tropas, pero debilitó de forma crucial el bloqueo del Estrecho, ya que los rebeldes pudieron enviar ahora a la zona a los cruceros Almirante Cervera y, sobre todo, al moderno Canarias, un crucero pesado que estaba mucho mejor armado, blindado y era más rápido que nada de lo que ponía oponerle la República.
La República pagó muy caro su error estratégico. El 27 del mismo mes, los rebeldes certificaban su control de la zona en la batalla del Cabo Espartel, al oeste de Tánger, hundiendo al destructor Almirante Ferrándiz y dejando seriamente averiado al Gravina. Ese mismo día, los cruceros rebeldes victoriosos comenzaron a escoltar a los convoyes que ahora sí, pudieron pasar de África a la Península de forma continua y sin ser ya prácticamente molestados por la Marina republicana. De este modo, el reforzado Ejército de África podía seguir avanzando hacia Madrid. La presencia de los modernos aviones de las potencias fascistas, y de las baterías de costa de Ceuta y de Algeciras, certificaron el dominio de los rebeldes del Estrecho.