Los Viriatos: El apoyo de Portugal a Franco
Repository: Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca, Spain
Type: Poster
Extent: 1 item
La dictadura portuguesa de António de Oliveira Salazar fue uno de los tres regímenes -junto a los de Alemania e Italia- que apoyaron a los militares rebeldes desde el principio de la guerra. Afinidades antidemocráticas y anti izquierdistas, y auténtico miedo al contagio de situación española tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 sobre el Estado Novo portugués, explican este apoyo, que se manifestó tanto en la forma de ayuda a la comunicación entre las diferentes áreas fronterizas en las que el golpe había triunfado pero aún sin conexión terrestre a través del territorio portugués, como en apoyo diplomático, en permisibilidad en el uso de su territorio para la importación de armas y suministros para los rebeldes, y para el reclutamiento y salida de voluntarios para combatir en sus filas. Estos últimos fueron conocidos en la prensa como Viriatos -en recuerdo del líder lusitano de la resistencia contra la conquista romana- y salieron del país para combatir integrados en el ejército de Franco.
Todas estas actuaciones de apoyo al bando rebelde se efectuaron de manera no oficial, ocultando el gobierno salazarista su participación para evitarse problemas diplomáticos, en tanto que firmante del Pacto de No Intervención, pero fueron ampliamente conocidos por las principales potencias.
Aunque no existe acuerdo sobre el número de los combatientes voluntarios portugueses junto a Franco, las cifras oscilan más aceptadas los sitúan alrededor de los diez mil. Habían sido convocados al combate por diversos periódicos del régimen salazarista y pasaron la frontera a partir del inicio de las hostilidades. Y si bien algunos desertaron pronto dado el trato recibido en algunas unidades españolas en las que se integraron, la mayoría permanecieron.
En realidad nunca conformarían unidades propias -como fue el caso de los contingentes enviados por la Alemania nazi y la Italia fascista- sino que ingresaron en unidades como el Tercio de Extranjeros -la Legión-, las milicias de FE de las JONS y la Comunión Tradicionalista -los requetés-, posteriormente unificadas dentro de FET y de las JONS, o en el ejército regular, incluyendo algunos pilotos militares. Contarían con la asistencia de la llamada Missão Militar Portuguesa de Observação em Espanha, establecida en 1937.
Las razones que movieron a los voluntarios portugueses a combatir junto a los rebeldes fueron mayoritariamente ideológicas -nacionalismo portugués y voluntad de preservar una Península Ibérica católica y libre de comunismo; simpatía con los postulados fascistas o tradicionalistas-, aunque también pudo haber otras de reconocimiento o recompensa.
El trato que, a su regreso al país, recibieron estos viriatos por parte de la dictadura salazarista fue ambivalente. Por una parte, al no ser oficialmente excombatientes, no se les reconocieron nunca pensiones de ningún tipo, incluídas las de mutilación. Por la otra, en 1939 se les tributaron algunos grandes homenajes, como el que se les dedicó en el mes de junio de recibimiento del tren oficial español que llevó a Portugal a sesenta de los oficiales viriatos a Portugal desde Salamanca, que fueron recibidos en Lisboa por el embajador Nicolás Franco, por el subsecretario del Ministerio de la Guerra portugués y por varios oficiales del ejército y la marina.