Anuncio de correajes para las milicias
Creator: Federación de Juventudes Socialistas
Date Created: 1936-06-27
Type: Newspaper
Extent: 1 item
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«Alrededor de la tribuna se situaron las milicias uniformadas». Tribuna presidida por Francisco Largo Caballero, principal orador del mitin socialista del 15 de junio de 1936, en Oviedo. El cronista de El Sol constató cómo las milicias socialistas protegieron la tribuna, conformaron el grupo sanitario y el servicio de orden, y desfilaron «con sus banderas al frente» al acabar el acto.
Aquel mismo mes, una tienda de deportes madrileña ofertó correajes para las milicias en el diario Juventud, órgano de la Federación de Juventudes Socialistas. El diccionario de la Real Academia Española define correaje como el «conjunto de correas que forman parte del equipo individual en los cuerpos armados». También fue un accesorio habitual en el uniforme de las organizaciones paramilitares que proliferaron por Europa durante el periodo de entreguerras.
El ejemplo soviético y la convicción de que la revolución era posible, la cadena de crisis económicas que sucedió a la Gran Guerra o el auge de los movimientos fascistas o parafascistas y sus acciones violentas en la calle contribuyeron a radicalizar a los jóvenes militantes de la izquierda europea. Todo ello combinado con la certeza de que tanto las instituciones como los valores heredados de sus padres y abuelos, como el parlamento o el liberalismo, estaban anquilosados y debían ser arrasados para construir un mundo nuevo.
Aunque las milicias socialistas existían antes como servicio de orden, la Federación de Juventudes Socialistas acordó su paramilitarización en febrero de 1932. La revista Renovación, entonces órgano de las juventudes, precisó que eran necesarias por si tenía lugar «una insurrección violenta y armada» que requiriese la «militarización de los cuadros de choque, disciplina autoritaria de arriba abajo y armamento». El «Decálogo del joven socialista», de febrero de 1934, instaba a las milicias a estar preparadas para una movilización rápida a las órdenes de un jefe, a «saludar con el puño en alto» y a actuar «militarmente» para que sus acciones provocaran una «atmósfera de miedo y respeto».
El desarrollo de las milicias socialistas fue desigual, pues dependía de la fuerza de cada agrupación local. Aun así, en 1934 se habían extendido por el país y adquirieron un protagonismo relevante en la huelga insurreccional de octubre de aquel año. Muchos jóvenes milicianos tendrían su bautismo de fuego en aquella ocasión o en los choques armados con las organizaciones radicales de la derecha en 1935 y 1936. Las socialistas no fueron las únicas milicias obreras. En la primavera de 1933 el PCE creó las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas y a partir de 1933 la FAI también confirió un aire miliciano a sus «cuadros de defensa»
Nada tiene de extraña la inmediata respuesta de las milicias obreras al golpe de estado del 18 de julio de 1936. Llevaban meses preparadas para luchar. Solo necesitaban armas suficientes como para afrontar una guerra.
MML