“Construyeron con sus esfuerzos enormes ciudades. Hoy no les atiende nadie ni tienen donde albergarse.”
Creator: Federación Anarquista Ibérica (FAI)
Source:
Hemeroteca digital Biblioteca Nacional de España:
https://hemerotecadigital.bne.es/hd/viewer?oid=0026399551&page=13
Date Created: 1933-06
Extent: 1 item
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A inicios del siglo XX la población española vivió un proceso de modernización que sus países vecinos ya habían experimentado en las décadas previas. El régimen demográfico antiguo, de alta mortalidad, por fin quedó atrás, acompañado de un aumento de la esperanza de vida por las mejoras higiénicas. La población creció de manera importante, lo que agotó los recursos económicos del país en ese momento.
La desigual distribución de la tierra y el crecimiento demográfico en una sociedad mayoritariamente agraria activaron los flujos migratorios. La España del norte y Atlántica emigró sobre todo a América, con Argentina, Cuba y Uruguay como principales destinos. En la zona de Levante el horizonte era el Mediterráneo, con países como Argelia como destino predilecto. Acompañando esta emigración hacia el exterior, la otra consecuencia de la desigualdad fue la activación de los movimientos campo-ciudad, llamados por las grandes obras de los nuevos ensanches, metros y tranvías que las ciudades estaban desarrollando en esos momentos.
Si en 1900 un 66% de la población se dedicaba a la agricultura, en 1930 el porcentaje ya se había reducido a 45,5%, lo que muestra el cambio estructural en la población activa a favor de la industria y los servicios. Aunque España siguió siendo un país eminentemente rural, la transformación en tan solo treinta años fue muy importante. El bloqueo de las rutas de emigración ultramarina debido a la crisis del 29 incentivó aún más estos movimientos internos, que alcanzaron cifras notables.
La crisis de los años 30, por tanto, rompió este delicado equilibrio. El nuevo régimen republicano llegó en un momento de graves aprietos económicos en Europa, con un paro desbocado en Alemania y una congelación de los flujos de capitales en el continente. Aunque en España fue más suave, el bloqueo del sector bancario tuvo su derivada en la construcción, sector en el que trabajaba gran parte de la población que había llegado desde el campo. El resultado fue paro para esas personas, que en muchos casos volvieron a sus lugares de origen, donde los problemas de la propiedad de la tierra seguían sin resolverse. En las ciudades permanecieron muchos otros que vieron como los problemas de vivienda se agravaban. Muchos quedaron en la calle, sin trabajo y condenados a la pobreza. Todo esto alimentó un caldo de cultivo de penurias que ayudó a cimentar las revueltas sociales.
FMP