Azulejos fusilados
Repository: Placid Garcia Planas Personal Collection, Barcelona, Spain
Date Created: 1936 (year uncertain)
Type: Tiles
Extent: 1 item
Geographic Region: Malanyanes, Spain
41.60503, 2.35438
Estos azulejos del siglo XVIII adornaban un muro de la casa del cura de la iglesia de Santa Agnès en el pueblo barcelonés de Malanyanes. En uno de los muchísimos restos de actos de iconoclastia y violencia anticlerical que experimentó la mayor parte de la zona Republicana durante los primeros meses de la Guerra Civil, fueron fusilados y la cara de la santa destrozada.
España tiene una larga historia de anticlericalismo. En su mayor parte, se ha expresado retóricamente, en palabras e imágenes, pero también ha habido algunos episodios de violencia durante los siglos XIX y XX. En estos casos, lo más habitual fue atacar edificios religiosos, como pasó durante la Semana Trágica de 1909 y en varios momentos durante la Segunda República. El más grave tuvo lugar en Madrid cuando se mató a 73 monjes en 1834. Sin embargo, lo que pasó entre julio y septiembre de 1936 fue inédito por su enormidad.
Hubo un sinfín de actos de iconoclastia. El más famoso es la “ejecución” del monumento al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles en las afueras de Madrid. Esta iconoclastia tomó varias formas. Como los azulejos de Malanyanes, se destrozaron o pintarrajearon monumentos. Se vistieron estatuas del Niño Jesús de miliciano. Se destrozaron grandes cantidades de libros y obras de arte. Hasta hubo casos donde se hizo todo esto de una manera teatral, como en el pueblo de Toledo donde se montó una corrida en la que los toros cargaron contra las imágenes que los milicianos habían sacado de la iglesia. Se quemaron edificios religiosos, mientras que otros se convirtieron en almacenes, hospitales y hasta garajes. Se exhumaron los cadáveres de monjes y monjas para demostrar que habían sido torturados o que las mujeres se habían quedado embarazadas.
Pero lo más grave fue el gran número de víctimas humanas. Se mataron a casi 7.000 religiosos católicos – 6.770 según el mejor cálculo reciente – 300 monjas entre ellos. Estos muertos suponen el doce por cien de todos las víctimas de la represión republicana, y hasta la cuarta parte en algunos lugares. En muchos casos a las víctimas se las humilló, y hasta torturó, antes de que se las matara.
Este asalto a la Iglesia Católica tuvo lugar en casi toda la zona Republicana, aunque con intensidades distintas. Fue más agudo en Cataluña y Aragón, donde eran más fuertes los anarquistas. En algunas provincias de estas zonas se mató a más de la mitad del clero. En Barbastro fue casi el 90 por cien. Pero las matanzas no fueron monopolio de los anarquistas. En ellas estuvieron involucrados miembros de todos los grupos políticos y hasta gente que no había militado en ninguno.
El País Vasco, que no compartió la experiencia revolucionaria de julio a setiembre de 1936 y donde gobernó el conservador Partido Nacionalista Vasco, fue la excepción. Fue la única parte de la España republicana donde se celebró misa públicamente durante la guerra y en el frente para los gudaris vascos. Por otra parte, los rebeldes ejecutaron a 16 curas vascos en octubre de 1936.
No hay una sola explicación para esta violencia, aunque según muchos de los análisis recientes se relacionaba con el anticlericalismo que formó parte de la cultura política de la izquierda Española y, sobre todo, el vacío de poder y el empuje revolucionario desencadenados por el golpe militar, sin el cual no habrían ocurrido.