Alemania

En la noche del 25 al 26 de julio de 1936, el dictador alemán Adolf Hitler accedió a la petición del general Francisco Franco de enviar aviones de transporte, poniendo así en marcha la “Operación Fuego Mágico” (Feuerzauber), es decir, la intervención de la Alemania nazi en la Guerra Civil española. 

En un principio, esta decisión estuvo motivada principalmente por el objetivo geoestratégico de ayudar a establecer en España un régimen ideológicamente afín y, en cualquier caso, no aliado con las democracias occidentales y menos aún con la Unión Soviética. A medida que avanzaba la guerra y con la decisión, a finales de octubre de 1936, de enviar una unidad de la fuerza aérea –posteriormente denominada “Legión Cóndor”– otros motivos como la prueba de nuevos sistemas de armamento y el entrenamiento de pilotos de combate se convirtieron en motivos adicionales. Un tercer motivo, que probablemente había desempeñado un papel desde el principio, pero que adquirió aún más relevancia a medida que se intensificaban los preparativos alemanes para una guerra grande, fue la expansión de la base de materias primas para la industria armamentística. 

En cuanto al valor del apoyo militar, cabe señalar que fue el rápido transporte del ejército africano del general Franco a la península con la ayuda de aviones de transporte alemanes que se considera una ayuda clave en un momento crítico para los insurgentes. En total, la Alemania nazi desplegó entre 600 y 700 aviones y unos 19.000 “voluntarios”, que se turnaban en misiones de varios meses de duración.   

A pesar de esta intervención masiva a favor de los insurgentes, también hubo alemanes que lucharon del lado de la República, sobre todo en las filas de las Brigadas Internacionales organizadas por la Comintern. La mayoría de los aproximadamente 3.000 brigadistas alemanes eran comunistas que habían huido de la persecución del régimen nazi. De los aproximadamente 1.200 brigadistas alemanes que sobrevivieron a la Guerra Civil, la guerra mundial y la persecución, alrededor de la mitad se establecieron en la zona de ocupación soviética después de 1945, donde a menudo desempeñaron un papel destacado en el establecimiento de la República Democrática Alemana (RDA). 

En la Alemania Occidental, por el contrario, los antiguos interbrigadistas experimentaron inicialmente rechazo y discriminación política, mientras que, al menos en círculos militares, el legado de la Legión Cóndor se cultivó acríticamente como una tradición positiva. Esta situación solo cambió desde la década de 1970, que vino acompañada de una nueva coyuntura de análisis crítico del pasado nazi. 

SB