El Batallón Thälmann
Cuando con el golpe militar de julio de 1936 estalló la Guerra Civil española, muchos países europeos –Italia, Polonia, Alemania, Austria, Portugal– ya estaban gobernados por dictaduras de derechas o incluso fascistas, que habían dejado sin hogar a los representantes y seguidores de la izquierda. Los países de exilio más importantes para los antifascistas alemanes fueron Francia y Checoslovaquia, mientras que, para muchos centroeuropeos, la lejana España sólo comenzaba a llamar la atención con la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936.
Aún así, el golpe militar contra la república española, que además había provocado una feroz resistencia del movimiento obrero autóctono, se convirtió entonces en un fanal de solidaridad con el objetivo de detener el avance del “fascismo”. Sólo así se explica la movilización, única en la historia, de hasta 38.000 combatientes voluntarios de los más diversos orígenes nacionales, que defendieron la República española, especialmente en las filas de las Brigadas Internacionales. Al mismo tiempo, cabe resaltar que estos voluntarios sabían bien poco de las causas mucho más complejas de la guerra y de los conflictos ideológicos dentro del bando republicano.
En cuanto al número de voluntarios alemanes que combatieron en las Brigadas Internacionales, estimaciones más recientes sitúan esta cifra en no más de 3.000. La mayoría de ellos eran comunistas que estaban en la clandestinidad o en el exilio cuando estalló la guerra y que llegaron a España principalmente a partir de octubre de 1936, es decir, cuando comenzó la política oficial de reclutamiento de las Brigadas Internacionales por la Comintern. Organizados centralmente por el Cuartel General de Albacete, se formaron inicialmente cuatro batallones, que se agruparon en la XI Brigada según el idioma y la nacionalidad. A finales de octubre, la XI Brigada constaba de cinco batallones, entre ellos dos batallones predominantemente germanófonos, a saber, “Edgar André” y “Thälmann” (ver imagen), llevando el nombre de un antifascista alemán ejecutado, por un lado, y del dirigente del PC encarcelado en Alemania en aquella época, por otro.
La euforia que acompañó inicialmente a la creación de las Brigadas Internacionales pronto dio paso a la desilusión entre muchos combatientes debido a las duras condiciones en el frente (raciones escasas, armamento inadecuado), así como a los conflictos ideológicos en el bando republicano y a la creciente presión del control estalinista y la persecución de las opiniones disidentes. En el punto de mira de la persecución estalinista estaban ante todo los que diferían claramente de la línea ideológica de Moscú, es decir, marxistas disidentes, socialdemócratas y anarcosindicalistas. Con todo, se calcula que no más de 1.200 brigadistas alemanes llegaron a ver el final de la Segunda Guerra Mundial. Aproximadamente la mitad de ellos se instaló después en la zona de ocupación soviética, la posterior República Democrática Alemana (RDA), donde algunos de ellos ocuparon altos cargos políticos y donde el recuerdo de su lucha pasó a formar parte de la cultura oficial del recuerdo.
SB