Cartel de alistamiento a los requetés
Creator: Jerez Gráfico
Source:
Private collection
Date Created: 1936
Extent: 1 item
La Comunión Tradicionalista fue la única organización de derechas que se resistió a la primacía militar y al programa elaborado por el general Mola cuando, a finales de la primavera de 1936, convergieron todas las conspiraciones contra el Gobierno. Convencidos de su importancia para la insurrección, por su número y su capacidad organizativa y de movilización, los carlistas plantearon exigencias inflexibles a Mola, como la derogación de la Constitución y de todas las leyes laicas; la disolución de todos los partidos, incluidos los que colaborasen con el golpe; la proclamación de una dictadura temporal que reconstruyese la organización del Estado hacia un formato corporativo, o la asunción de la bandera bicolor. En cuanto a la dirección política del nuevo orden, tendría que recaer en un Directorio formado por un militar y dos consejeros civiles designados por la Comunión Tradicionalista. Su deseo era que el militar que ocupase el cargo de presidente fuese el general Sanjurjo, mientras adelantaban que José Antonio sería uno de los civiles elegidos.
Pero estas peticiones chocaban con el programa de la conspiración y con su intención consciente de plantear un proyecto transversal e impreciso para no espantar a ninguna de las organizaciones susceptibles de sumarse a una rebelión contra el Frente Popular. A partir de aquí se iniciaron las negociaciones, con una entrevista entre Mola y Manuel Fal Conde en Irache el 15 de junio. El encuentro fue cordial, pero sin visos de acuerdo. Fal Conde estaba exiliado en San Juan de Luz, por lo que no fue fácil repetir la reunión. El 2 de julio el líder carlista hizo llegar al general una nota en la que insistía en la exigencia ineludible de la bandera rojigualda y de su capacidad para designar a los dos consejeros civiles, amenazando con negarse a colaborar en caso contrario. Ante esto, Mola pidió a Gil Robles y a Luca de Tena que se entrevistasen con Fal Conde el 5 de julio para convencerlo de que se uniese a ellos. Ambos accedieron, aunque fracasaron en su misión.
El tira y afloja se mantuvo. Los carlistas apelaron a Sanjurjo, quien medió entre ellos y el Director a través de una carta en la que apoyaba su derecho a llevar la bandera bicolor, «o sea, la española», y mostraba una visión sobre la futura organización política más coincidente con la de los tradicionalistas. El enroque perduró hasta llegar a la ruptura formal cuando Mola dudó de la veracidad de la carta, pues Sanjurjo había firmado sin incluir la contraseña establecida. Los carlistas decidieron entonces seguir adelante con su propia conspiración. Sin embargo, el asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio supuso para los tradicionalistas un punto de no retorno. El día 14 emitieron una nota de adhesión al golpe, aunque recordando las garantías que Sanjurjo les había ofrecido. A partir de ese momento, los carlistas se unieron de manera definitiva a la conspiración militar, a la que además aportaron armas que habían comprado para sus milicias.
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