¿Un régimen popular?
Source:
Museos de Terque
Date Created: 1966-12-14
Type: Photograph
Extent: 1 item
36.98349, -2.59708
Al igual que en el caso de la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini o el Portugal de Salazar, la España de Franco no puede entenderse sin contemplar los amplios apoyos sociales que fue capaz de cosechar desde el propio golpe de Estado. Este apoyo popular puede ser observado no sólo en la afiliación a las organizaciones de encuadramiento de la dictadura, sino también en la colaboración con la represión o en la afluencia masiva a los actos e intervenciones del Caudillo.
Al contrario que en la Europa de posguerra, en España no hubo un empezar desde cero sino la continuación de un sentimiento de fracaso colectivo: el no haber sido capaces de convivir en paz. Este sentimiento de fracaso fue alimentado por la dictadura que lo convirtió en su razón de ser. Esto, junto a la memoria reciente y el terror a la represión, facilitó que el valor más importante de los españoles de postguerra fuera “la paz”. Pero la paz que ofrecía el franquismo no era una paz de esperanza y progreso para todos sino, más bien, una paz medrosa y muy cruel con muchos. Todo el mundo sabía que aquélla no era posible sin Franco en el poder; que cualquier alternativa a su gobierno traería consigo violencia o incluso otra guerra. Este, en gran medida, es el sentido del apoyo popular al Caudillo.
Entre las razones que explican el apoyo más entusiástico a la dictadura estarán los valores culturales y religiosos que se habían sentido amenazados por la II República, por no hablar de los intereses materiales de importantes capas de población que vieron como la contrarrevolución franquista les satisfacía con agrado. Frente a esa realidad de propietarios enriquecidos se contraponía la miseria asociada a la hambruna. El hambre, la malnutrición y las enfermedades se cebaron en los más pobres.
Paradójicamente, la miseria y la división social contribuyeron a consolidar al régimen, en general, y a Franco, en particular. La miseria afectó mucho más a los derrotados y enemigos de la dictadura creando entre los apoyos un sentimiento de agradecimiento medroso con el dictador. La miseria facilitó que la gente se dedicara más a sus asuntos personales -a asegurar la subsistencia familiar- que a disquisiciones o querellas sobre lo público. Los españoles, más que protestar abiertamente, se limitaron a quejarse con la boca pequeña pero también a buscarse la vida participando en la corrupción y el mercado negro. En definitiva, la miseria de la dictadura acabó corrompiendo a una sociedad ya de por si temerosa y traumatizada.
Franco fue el principal beneficiario de esta cruenta realidad. En esa sociedad traumatizada, hambrienta y aterrorizada, la figura del dictador pasó a ocupar un lugar central. Ésta era la principal canalizadora de los miedos y esperanzas de la gente. En la foto, se ve una mesa electoral en el pueblo de Terque, Almería, en el referéndum que hizo el dictador en 1966 para aprobar la Ley Orgánica del Estado y mostrar que el pueblo español estaba con él. El cartel al fondo dice “Dad A Franco Lo Que Es De Franco”.
ORB