Alicia Mayer
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Mi nombre es Alicia Mayer, soy historiadora, profesora-investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México. A finales del año de 1984 conocí a quien sería no solamente mi mentor y mi guía profesional, sino quien se convertiría en un padre para mí. Me refiero a Juan Antonio Ortega y Medina (1913-1992). Antes de dar un testimonio de gratitud y un recuento de su legado en mi formación, quisiera recordar unas líneas del famoso poema que Pedro Garfias escribió en junio de 1939, con premonitoria visión, a bordo del Sinaia, el barco que transportaba a unos 1800 refugiados españoles exiliados por la Guerra Civil de 1936-1939: llegaría a la patria de adopción un río español de sangre roja / de generosa sangre desbordada.
Yo no había nacido cuando llegó a México lo mejor de la intelectualidad hispánica en ciencias y artes. Mi país recibió alrededor de 25 mil personas que habían decidido buscar asilo allende el océano. ¿Quién podría suponer que un joven artillero andaluz, desolado por la derrota de la República y el exilio, se convertiría un cuarto de siglo después en mi profesor y generosamente me daría las herramientas para ejercer mi quehacer vital e intelectual?
La guerra civil española fue a todas luces un mal, una enorme tragedia, un acontecimiento desdichado que trajo muerte y desolación. Para mi país y para mí, fue una bendición que llegaran esos transterrados, como les llamó el filósofo José Gaos. Juan Antonio Ortega y Medina me formó, no solamente a través de su erudito magisterio, sino como ejemplo de vida. Yo he seguido estudiando, analizando y discutiendo sobre los temas en los que el profundizó: la historia de España en la edad moderna, el conflicto anglo-español en los siglos XVI y XVII y su proyección en América del norte a raíz de la colonización europea, la Reforma protestante y la Contrarreforma católica, el indígena americano en la consciencia europea y euro-americana, la literatura viajera y otros no menos apasionantes.
Soy autora de cinco libros y podría afirmar que mi trabajo ha buscado una continuidad respecto de las sugerentes materias que mi profesor malagueño trató. Por muchos años he buscado que la obra y el pensamiento de Ortega y Medina sean conocidos y reconocidos sobre todo en España y en Estados Unidos. Junto con mi colega Cristina González he compilado su obra en siete volúmenes que fueron publicados por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. Las aportaciones de Ortega y Medina al conocimiento histórico son muy relevantes, pero en su patria han pasado inadvertidas. Sus tratados sobre historia colonial angloamericana no fueron lamentablemente traducidos. He tratado de subsanar esas limitantes y promover su legado. La calidad moral y humana de mi Maestro puede verse en su propio testimonio, “Espíritu y Vida en claro”, que se ve aquí.