La figura de los “huidos”
Creator: Freixanes, Víctor F.
Date Created: 2019
Extent: 1 item
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Así como el escritor lucense Carlos González Reigosa recupera en su “Fuxidos de sona” las trayectorias vitales de figuras de la guerrilla gallega como fueron los apodados como “Foucellas” o “Gardarríos” en 1989, el escritor pontevedrés Victor Fernández Freixanes ya había reconstruido en 1980 en su obra “Memorias dun fuxido (1936), O Fresco” el periplo vital del gallego Manuel González Fresco, líder del grupo de huidos que actuaban en la cadena montañosa que va desde Vigo a Ponteareas tras la Guerra civil.
Resulta fundamental tener en cuenta las características específicas que adquirió el golpe de Estado de julio de 1936 en Galicia y la guerra posteriormente, propiciadas tanto por las características geográficas del territorio como por las redes micro-sociales con Portugal desde tiempo atrás. El país vecino del sur, junto con el mar, fueron las principales vías de salida hacia terreno republicano y posteriormente hacia territorios franceses principalmente, aunque un primer paso, en la mayoría de los casos, pasaba por la huida y el escondite en el interior de las fronteras gallegas.
Las huidas por la costa, la mayoría en los dos primeros años de la guerra, tuvieron su marco espacial alrededor del arco marítimo Ferrol-A Coruña y en las Rías Baixas. La mayoría de los que optaron por huir lo hicieron porque tomaron conciencia del destino que les podría esperar, con significación en la esfera pública en el plano político y social, condición que los lleva a oponer resistencia al golpe militar.
Entre los detonantes de las huidas, jugó un papel fundamental el reclutamiento militar obligatorio al ejército sublevado, siendo la consecuencia de no presentarse a filas la consideración de prófugos. La mayoría eran procedentes del medio rural, atendiendo la propia composición de la población gallega de aquel momento, medio en el que también encontraron refugio muchos de ellos. Dentro del grupo de los considerados prófugos tenemos que acotar a los que no se presentan por estar alistados en la marina y a los que ante el Golpe decidieron esconderse por temor a las represalias y al hecho en sí de ir al frente como mecanismo de supervivencia.
Los lugares más habituales de escondite eran los montes o los domicilios particulares. Desde el año 1938 contamos con la presencia en la zona de Casaio-Carballeda de Valdeorras de asentamientos estables. Gran importancia, en este contexto, tienen las redes de ayuda a los huidos, las cuales tenían una base más allá de la política o la militancia, estando integradas mayoritariamente por mujeres que los protegían ejerciendo de enlaces entre los grupos escondidos en las zonas rurales.
Desde el propio verano de 1936 surge la figura del “topo”, personas que se esconden en domicilios particulares durante largos períodos de tiempo, viviendo en sótanos, desvanes o habitaciones ocultas.
Estas vías de huida llevaron a muchos al exilio en terceros países como Francia, los territorios franceses del Norte de África o América (importancia de las redes tejidas entre Galicia y este territorio). La presencia de gallegos en los campos de concentración de la Alemania Nazi ven determinada fundamentalmente por este periplo vital.
AGF