Amalia Barrajón López
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La foto la hicieron durante la batalla del Ebro. Se ve a mi abuelo Vicente López Nieto. Está con un compañero y en la mano tiene en la boina granadas. Luchó en el frente del Ebro con el ejército de Franco. Le hirieron y después le mandaron a un hospital de Bilbao. El fue de las últimas quintas en reclutarse puesto que era de 1917.
Era de Hinojosa del Valle un pueblo de Badajoz (Extremadura), su familia se dedicaba a la agricultura y también cuidaban ovejas a lo que se dedicaba principalmente mi abuelo que era pastor. De la guerra hablaba muy poco lo que más repetía es que era algo espantoso y que no se volviese a repetir. Le concedieron varias medallas al valor en combate, sé que estaban esos documentos pero ahora ya no aparecen por ningún lado, mis padres intentaron localizarlos a través del ejército pero como se dieron en la guerra muchos documentos se perdieron y eso que el luchó con las fuerzas ganadoras.
Lo que más recordaba era que conoció muchas ciudades de España porque para el salir del pueblo con 17 años era increíble. A él le hirieron dos veces una en la garganta y le salió la bala por el omóplato, milagrosamente no perdió la voz ni la movilidad del brazo, eso sí decía mi abuela que ya no volvió a cantar igual. Me fascinaba de pequeña ver aquel agujero en su espalda. Se salvó de milagro porque le daban por muerto pero él empezó a mover la mano y así le pudieron rescatar, esto fue en la batalla del Ebro, luego le evacuaron a Bilbao para que se recuperase, tenía fotos con las enfermeras que le cuidaron y mi abuela siempre había como que se ponía celosa. La otra herida fue en la pierna, ahí le dieron una de las medallas porque llevó a cuestas a otro compañero herido hasta lugar seguro.
Como decía no hablaba mucho de aquello, cuando le preguntaba si pasó miedo decía bueno algo sí pero había que continuar y sobrevivir y no pensar nunca en la muerte. Después de la guerra como no había hecho el servicio militar porque no tenía la edad le tocó ir a África a cumplir tres años de servicio obligatorio. Cuando volvió de todo esto continuó con su vida de pastor, se casó con mi abuela, eran novios desde los doce años. Luego tuvo a sus hijos y vinieron a vivir a Madrid. Mi abuelo era un hombre tranquilo y sereno, nunca se alteraba y verle enfadado era casi imposible. Trabajó mucho y cuando a lo mejor le decías y si pasa algo malo él contestaba no llames a la muerte, solo haz lo que tengas que hacer y ya se verá.
Cuando era pequeña me llamaba mucho la atención el "agujero" que tenía en el hombre ya que la bala entró por la garganta y salió por el hombro, milagrosamente no tuvo secuelas ni en su voz ni en la movilidad del brazo. Qué más decir, era el mejor abuelo que pude tener.