Monumento a los caidos en la Batalla de Matxitxako
Repository: Archivo fotográfico de María José Villa
Creator: Basterretxea, Nestor
Date Created: 2007
Type: Monuments
Extent: 1 item
43.443278, -2.769872
El monumento reproducido aquí, que se encuentra muy cerca del cabo donde tomó lugar la Batalla de Machicaco, fue erigido en marzo de 2007, en el setenta aniversario de la batalla. Fue una batalla desigual, poco importante en lo militar pero mucho en lo simbólico, al menos para los vascos.
En octubre de 1936, el nuevo Gobierno autónomo vasco creó la llamada Marina Auxiliar de Euzkadi, armando seis bacaladeros con cañones. Varios barcos menores también fueron armados y sirvieron para otras labores como las de desminado. En todo caso, ninguno de estos buques podía hacer frente a unidades de guerra normales. A sus tripulaciones les sobraba el coraje, pero le faltaban los medios, como se verá en la batalla del Cabo Machichaco que tuvo lugar el 5 de marzo de 1937 a escasa millas de la costa vizcaína.
El 4 de marzo, el crucero pesado rebelde Canarias recibió la orden de interceptar un pequeño convoy compuesto por un mercante Galdames, procedente del puerto francés de Bayona, que iba escoltado por el destructor republicano José Luís Diez y cuatro bacaladeros o bous armados: Bizkaia, Donostia, Gipuzkoa y Nabarra. Los comandantes de estas unidades eran veteranos marinos mercantes. Al avistar al crucero, los marinos republicanos decidieron acercarse a la costa con la esperanza de que aquel se pusiese a tiro de las baterías de tierra. El Gipuzkoa fue alcanzado, pero en vez de intentar retirase, respondió al fuego del Canarias, consiguiendo algunos impactos que causaron daños menores. Al huir hacia el puerto de Portugalete, el Canarias le siguió, pero a su vez empezó a recibir disparos de las baterías de la zona, por lo que se alejó de la costa. El Bizkaia, por su parte, recuperó un mercante, el Yorkbrook, con una carga de material de guerra, que el crucero rebelde había capturado antes, y se adentró en el puerto de Bermeo. El Canarias se dirigió entonces al convoy, capturó el Galdames (varios de sus pasajeros serían fusilados más tarde) y se enfrentó al Nabarra, cuya tripulación, mandada por el murciano Enrique Moreno, luchó con enorme valentía durante hora y media. En el combate pereció la mitad de la tripulación, unos veinte hombres, incluido el bravo capitán que prefirió hundirse con su barco. El Donostia también fue alcanzado, pero logró huir. Por su parte, el destructor José Luis Díaz huyó del combate. Este barco ya tenía fama de ser poco arrojado. Los republicanos le llamaban jocosamente “Pepe el del Puerto” por los escasos días que salía a la mar y aún menos a luchar. Poco después, su capitán y otros oficiales se pasaron al bando rebelde cuando el barco estaba refugiado en el puerto de Burdeos.
Los supervivientes del Nabarra fueron apresados. Se enfrentaron a la pena de muerte. Fueron salvados por el comandante del Canarias, Salvador Moreno, y su director de tiro, quienes intercedieron de forma exitosa ante Franco alegando que hombres tan valientes no merecían morir.
Hoy el Museo del Pescador de Bermeo tiene una exposición permanente sobre esta batalla.