Incautación de armas y municiones en Barcelona por parte de la policía
Creator: Sagarra y Torrents
Source:
Sucesos en Barcelona y provincia, material gráfico. Sagarra y Torrents ... [et al.].
Signatura: GC-CAJA/48/18
Localización: Biblioteca Digital Hispánica. Biblioteca Nacional de España (https://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000043925&page=1)
Date Created: 1932
Extent: 1 item
41.38258, 2.17707
En los años treinta el recurso a la violencia como forma aceptable de lograr un objetivo político se hizo habitual entre jóvenes anarquistas, comunistas y socialistas, pero también entre las Juventudes de Acción Popular y de Falange Española. La violencia se convirtió en una alternativa y una estrategia válida a la acción parlamentaria en política.
El principal objetivo de la violencia fue el ataque contra bienes y objetos, sin embargo, los enfrentamientos entre grupos opuestos y contra los cuerpos policiales tuvieron como resultado la muerte de unas mil personas por enfrentamientos políticos entre abril de 1931 y julio de 1936.
Durante el primer semestre de 1936, especialmente en la primavera, se concentraron una serie de movilizaciones colectivas que llenaron las calles de manifestaciones y protestas para reivindicar los derechos que se habían perdido durante el bienio anterior, presionar al gobierno para que retomara las reformas que no se habían aplicado y también para promover la amnistía para los presos de la Revolución de octubre de 1934.
El diario ABC publicaba el 4 de marzo de 1936 “La calle es la que manda. Ahora sí que puede decirse que España se ha echado a la calle”. Y es que, desde el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de ese mismo año, se inició este ciclo de movilizaciones que, aunque fuesen pacíficas y festivas, podían incluir en ocasiones expresiones violentas, sobre todo, cuando entraba en juego la acción de las fuerzas del orden, cuya actuación solía derivar en enfrentamientos con los manifestantes.
Pero no sólo se enfrentaron a estos manifestantes los cuerpos policiales. La oposición a las fuerzas vencedoras en las elecciones – sobre todo, falangistas e integrantes de la JAP – se encargaron de provocar ataques con pequeños grupos de gente armada o de buscar la intervención policial. Al mismo tiempo, empezaron a proliferar los desfiles, los uniformes y las prácticas de tiro e instrucción militar entre grupos como el Requeté, las Juventudes Socialistas y Comunistas o la ya mencionada Juventud de Acción Popular.
Se fue produciendo así una radicalización y paramilitarización progresiva de estos grupos que, junto a la respuesta constante a los ataques de uno y otro signo, derivó en una espiral de violencia y represalias que fue escalando progresivamente. A la altura de junio de 1936 la intensidad de las movilizaciones empezó a descender, pero la conspiración golpista que había empezado a fraguarse al calor de los últimos resultados electorales siguió su camino hasta que se materializó el 18 de julio.
ACS






