Apoyo del Episcopado paraguayo a Franco (1937)
Desde el inicio de la Guerra Civil en España, la sociedad paraguaya y la propia colonia hispana residente en el país se encontraron divididas en su concepción del conflicto civil. Entre los partidos políticos tradicionales, no hubo una clara elección de bando, y tanto el Partido Colorado (ANR) como el Partido Liberal (PL), mantuvieron un silencio convenido. Los que sí llamaron a la solidaridad activa con la lucha del pueblo español en defensa del régimen republicano y del sistema democrático fueron los dirigentes y la militancia del Partido Comunista Paraguayo (PCP).
En territorio paraguayo, tanto los sectores progresistas como la representación oficial se movieron inicialmente para conseguir apoyos para el Gobierno legítimo español, aunque esto fue cambiando con el desarrollo de los acontecimientos (a medida que la diplomacia paralela falangista fue ampliando los apoyos a los sublevados en América Latina). Por su parte, la sociedad paraguaya se encontró dividida ante el conflicto: en general, las clases humildes, los sindicatos, los sectores obreros y los intelectuales progresistas o liberales mostraron mayor tendencia a apoyar a la República y al Estado de derecho en España, mientras que las familias adineradas, los militares, los intelectuales nacionalistas y el clero se mostraron más favorables en su mayoría al bando sublevado fascista.
El documento que aquí se presenta es una página del diario El Noticiero, editado en Zaragoza (bajo control sublevado), en el que este periódico reprodujo una carta enviada por el Episcopado paraguayo desde Asunción a España, en la que se puede leer el apoyo del arzobispo y los obispos paraguayos a la sublevación militar fascista, alrededor de un año después del golpe de Estado que dio lugar a la Guerra Civil. El episcopado paraguayo justificaba su apoyo al fascismo en España porque éste se encontraba “en persecución del nobilísimo fin de mantener los derechos bien definidos de la Iglesia Católica”, “que los fementidos librepensadores quieren hacer desaparecer”. Con ocasión del Primer Congreso Eucarístico Nacional en Paraguay, los obispos y el arzobispo paraguayos pedían “que Jesús Sacramentado termine cuento antes tanto horror con el triunfo de la Fe cristiana, y que el Señor bendiga la obra del Generalísimo Franco”.
Es importante notar que a lo largo de la carta del Episcopado paraguayo se observan con claridad muchas referencias a la noción de hispanidad que después va a desplegar el franquismo en España y América Latina. La idea de que Paraguay era la “hija pequeña de la Madre Patria”, o la expresión “con el interés con que el hijo mira la suerte de su padre”, evidencian que el Episcopado paraguayo era muy cercano a los postulados coloniales del momento. Por otra parte, esta visión positiva de la herencia colonial no entraba en colisión con el desarrollo del nacionalismo paraguayo de mediados del siglo XX, en el que no había germinado un ejercicio de crítica hacia el proceso de colonización español. De hecho, durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX, ese nacionalismo paraguayo con fuerte arraigo de la hispanidad se va a fortalecer. Esto ocurrió debido a las buenas relaciones entre el régimen franquista y la dictadura del general Alfredo Stroessner en Paraguay (en buena medida gracias a la actividad diplomática del fascista español Ernesto Giménez Caballero, embajador de Franco en Asunción desde 1958 a 1969).
ETB