Los verdugos
Source:
Terra e Memoria, fondo Nomes e Voces-Histagra (Nores Soliño), nº 5051 0102 0001
Date Created: 1936, 1939
Extent: 1 item
42.26472, -8.77965
La violencia se articuló a través de dos tipos fundamentales de prácticas que en Galicia convivieron desde los primeros días inmediatos al golpe de Estado. Por una parte, se incoaron cientos de procesos militares auspiciados por los auditores de la región militar, que encausaron a miles de personas (más de 15.000 en el período 1936-1939).
El proceso implicaba un número variable de personas que actuaban como parte de la maquinaria jurídico-militar, de los cuales apenas tenían formación jurídica los auditores y fiscales militares. En sus manos descansaba la calificación penal de los sucesos y, en definitiva, el destino de los encausados. El caso de Galicia funcionó, así como otros territorios de “retaguardia” de primera hora, como un laboratorio de este tipo de procedimientos. Como consecuencia de las sentencias a pena de muerte, fueron ejecutadas por esta vía cerca de 1500 personas hasta 1939. Los fusilamientos se realizaron generalmente por pelotones conformados por fuerzas de seguridad, guardias civiles, guardias de asalto y militares. En este último caso, se iban componiendo por aquellos que iban siendo llamados en los sucesivos reemplazos.
Los procesos sirvieron para amparar la otra violencia que tuvo lugar, la de los “paseos”, que era interesadamente presentada como anónima e incontrolada frente a la “justicia” militar. La fotografía se corresponde a un grupo falangista de Cangas delante de su local y con un automóvil que servía para llevar detenidos, trasladarlos y, en su caso, darles el “paseo”. Los asesinatos por esta vía, sin sentencia, fueron ejecutados por las llamadas milicias de “segunda línea”, grupos como el de la foto conformados por falangistas, japistas y, frecuentemente, con la presencia de guardias civiles o miembros de la fuerza armada. Su actividad más intensa se desarrolló en el período comprendido entre agosto y diciembre de 1936, aunque siguieron actuando en los meses sucesivos y hasta el final de la guerra.
A diferencia de los procesos, la huella documental de estas prácticas es muy escasa y solo la memoria ha preservado el nombre de los principales perpetradores de un olvido buscado. Existen testimonios orales que se guardan en el fondo de entrevistas de Nomes e Voces que atestiguan el ostracismo social al que fueron sometidos por la comunidad algunos de los principales perpetradores de este tipo de violencias, sobre los que cayó el estigma de la “mala morte” (el hecho de morir en circunstancias penosas o en el absoluto olvido) como una especie de castigo simbólico por sus acciones
AMM