Máquinas de escribir incautadas en la frontera francesa
Creator: Gaussot, Philippe
Repository: Colección Philippe Gaussot
Date Created: 1939-02
Type: Photograph
Extent: 1 item
En Catalunya se habían refugiado decenas de miles de personas del resto de España que habían llegado huyendo del avance de las tropas franquistas. Al terminar la Batalla del Ebro en noviembre de 1938, y hacerse evidente que la ocupación por parte de las tropas rebeldes del territorio catalán era próxima, estos refugiados juntamente con vecinos catalanes, intelectuales, periodistas, médicos, jueces entre otros perfiles, y autoridades políticas catalanas, vascas y del Gobierno Republicano, empezaron a desplazarse hacia la frontera con Francia buscando poder cruzarla. No fue posible hacerlo hasta la noche del 27 al 28 de enero de 1939, cuando las autoridades francesas solo permitieron el paso de mujeres y niños; tres días después lo pudieron hacer los heridos y el 5 de febrero pudieron cruzar la frontera los hombres civiles y militares. Eran todos desarmados y se les requisaba también material diverso que llevaban consigo, como máquinas de escribir, plumas estilográficas, anillos… Se calcula que los dos primeros meses de 1939 cruzaron la frontera con Francia 470.000 personas, la mayoría por Catalunya y unas 70.000 por Irún. Un censo incompleto del 60% de exiliados catalanes que hizo la Generalitat en febrero de 1939, registró que estos eran más de 100.000.
Las autoridades francesas, a pesar de estar avisadas de la oleada humana buscando refugio que se avecinaba, fueron desbordadas y no tenían preparada ningún tipo de instalación, ni habían previsto necesidades alimentarias, ni higiénicas o sanitarias. Siendo el objetivo principal mantener el orden y la seguridad, se improvisaron campos de concentración, llamados “campos de internamiento”, en diversos departamentos franceses. Inicialmente en el de Pirineos Orientales, y posteriormente en muchos otros como en Bretaña, en el Loire-Atlantique, Pirineos atlánticos, Ariège o Tarn-et-Garone.
Campos cerrados con espino en la Cerdaña, y sobre todo playas del Rosellón donde el espino era una barrera impuesta y el mar era una frontera natural, se convirtieron en lugares donde las condiciones de supervivencia eran muy duras: frío intenso, hambre y enfermedades, sin ningún tipo de techo, ni letrinas ni agua potable. Las playas de Argelès, Le Barcarés o Saint Cyprien eran campos enfrente del mar que estaban vigilados por soldados franceses, senegaleses y espahís. En julio de 1939 más de 1000 personas murieron en Saint Cyprien por una epidemia de tifus; en Barcarés, donde se colocaron barracones para los internos, a finales de junio de 1939 había 60.000 refugiados para un campo que había estado pensado para que acogiera 31.500 personas.
Salir de estos campos era muy difícil, solo era posible si se anunciaba el retorno a España o bien si se era acogido por alguna familia francesa o se conseguía trabajo y se podía demostrar. Unas 21.000 personas pudieron embarcarse en alguno de los buques que partieron hacia Sur América organizados por el gobierno de la República española con la ayuda de la American Friends Service Committee; muy pocos llegaron a otros destinos como Inglaterra o la URSS.
QSB