La cárcel de Saturrarán
Creator: Marín, Pascual
Repository: Kutxa Fototeka
Date Created: 1940
Type: Photograph
Extent: 1 item
43.30712, -2.38711
La dictadura franquista llevó a cabo una represión generalizada y muy amplia, encarcelando a cientos de miles de personas, hasta el punto de tener que utilizar como cárceles edificios que no tenían ese fin. Un ejemplo de ello es Saturrarán, mostrada en esta foto aérea de 1940, un antiguo balneario reconvertido en cárcel de mujeres, situado en la localidad de Mutriku (Gipuzkoa). El hecho de tener que usar, a lo largo y ancho de todo el país, edificios como escuelas, conventos, balnearios o casas particulares como improvisadas cárceles da una idea de lo extensa que fue la represión.
La Prisión Central de Mujeres de Saturrarán fue la cárcel de mujeres más importante del Norte del país entre 1938 y 1944, cuando estuvo en funcionamiento. Por las celdas de esta prisión pasaron aproximadamente 2.500 mujeres detenidas por su actividad política, muchas de ellas junto a sus hijos pequeños. La dictadura franquista reprimió con dureza a los vencidos, a aquellos que habían perdido la guerra, lo que incluía a las mujeres, y de hecho ellas sufrieron una represión específica. Así, fueron rapadas, se les obligó a beber aceite de ricino y a ser paseadas de manera humillante por los pueblos, o sufrieron abusos sexuales, por poner algunos ejemplos.
Las condiciones de vida en estas cárceles eran infrahumanas, y las presas y presos sufrían de desnutrición y de todo tipo de enfermedades debido a las condiciones insalubres, a la falta de alimentos, a la escasa higiene y al hacinamiento que era la norma. En la mayoría de las prisiones había muchas más personas de las que debería, creando situaciones en las que la propagación de enfermedades era habitual, tal y como muestran los datos. Muchas personas enfermaban e incluso morían en prisión. La tuberculosis y otras patologías similares formaban parte del día a día de las cárceles de Franco.
Las cárceles de mujeres y hombres no eran diferentes, pero si la situación que se vivía en ellas, ya que, por un lado, las mujeres corrían un riego mucho mayor de sufrir abusos sexuales, y además convivían con sus hijas e hijos hasta los 3 años. Este hecho, el tener que cuidar de esos niños pequeños mientras vivían en unas condiciones infrahumanas, suponía un doble castigo para las madres, que en ocasiones tenían que ver como sus hijas e hijos morían en prisión sin que ellas pudieran hacer nada. Además, al cumplir tres años, los niños tenían que salir de la cárcel, y si sus madres no conseguían que alguien se hiciera cargo de ellos, normalmente un familiar, el Estado podía entregarlos a otras familias. Así, las madres podían perder a sus hijos de diferentes maneras. Los datos muestran lo peligroso que era vivir en Saturrarán, ya que se han documentado 156 mujeres y 38 niños que murieron en esta prisión, la gran mayoría a consecuencia de enfermedades directamente relacionadas con las condiciones de vida de la cárcel.
APE / UB/ MJV