Ayuda a los refugiados internos
Repository: Adrian Shubert Personal Collection, Toronto, Canada
Creator: Oficina Central de Evacuación y Asistencia a Refugiados
Type: Tickets
Extent: 1 item
Geographic Region: Valencia, Spain
39.46971, -0.37634
Para recoger dinero con el fin de mantener al inmenso número de refugiados en la zona republicana, la Oficina Central de Evacuación y Asistencia a Refugiados (OCEAR) del Ministerio de Sanidad creó un impuesto especial sobre las compras. El consumidor recibió una ficha como esta.
La conquista por parte de lso rebeldes de territorio republicano, y las noticias de la represión, hizo que muchas personas huyeran para salvarse. La evacuación de Madrid una vez que empezó el ataque franquista afectó a unas 700.000 personas -muchas de ellas que ya habían huido a la capital desde otros lugares- entre noviembre de 1936 y febrero de 1937. Sumando hasta 3 millones, esta población desplazada puso aún más presión sobre unas autoridades Republicanas que ya se estaban esforzando en alimentar a sus ciudadanos.
Hubo muchos organismos que se ocuparon de los refugiados: partidos políticos, sindicatos, organizaciones de la sociedad civil, y agencias oficiales de todos los niveles del Estado, aunque con el tiempo las agencias gubernamentales llegaron a dominar.
En octubre de 1936 se creó el Comité Nacional de Refugiados dentro de la Presidencia del Gobierno, pero en enero de 1937 se disolvió cuando la responsabilidad para los refugiados pasó al Ministerio de Sanidad regido por la cenetista Federica Montseny. Se creó la OCEAR el mes siguiente, y esta oficina funcionó hasta enero de 1938 cuando la sustituyó la Dirección General de Evacuación y Refugiados del Ministerio de Trabajo y Asistencia Social. A partir de noviembre de 1936, la Generalitat tuvo su propia agencia.
Los Comités Provinciales de Refugiados asignaban un número de estos a cada municipio en base de la población, los impuestos pagados, y los informes de los ayuntamientos. En Castellón, que recibió 21.000 refugiados, el Comité decidió que habría un refugiado por cada cien habitantes. Los Comités Locales estaban encargados de encontrarles vivienda, o de alojarlos con familias o en edificios como cuarteles, conventos, hoteles de lujo, o fincas grandes abandonadas por sus dueños, cuando los había. También hubo refugiados que encontraron una vivienda por su cuenta.
La convivencia entre la gente local y los refugiados no siempre fue fácil. Hubo tensiones, por ejemplo, cuando mineros asturianos acabaron en pueblos de habla catalana, o madrileños acostumbrados a la vida de la gran ciudad se encontraron en pueblos rurales en Castellón,. Se dieron casos de grupos de refugiados quejándose colectivamente de su tratamiento a las autoridades locales y otros de ayuntamientos que echaron a los refugiados que creaban problemas. También hubo casos de mujeres que, desesperadas, se prostituían.
Por otra parte, fue muy importante la solidaridad de la gente. Por ejemplo, en Viver i Serrateix (Barcelona), un pueblo con una población de 669 en 1930, 27 personas donaron camas, mantas, colchones y otros objetos para ayudar a los refugiados que llegaron allí.