Un documental de propaganda sobre la colonización rural
Creator: Instituto Nacional de Colonización
Source:
Archivo-mediateca del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA)
Date Created: 1949
Extent: 1 item
En octubre de 1939, apenas unos meses después del final de la guerra civil, se creaba en España el Instituto Nacional de Colonización (INC), dependiente del Ministerio de Agricultura. El organismo nacía como parte de la política agraria del nuevo régimen franquista, directamente inspirada en la Bonifica Integrale de la Italia fascista, que consistió en la creación de casi 300 nuevos pueblos en torno a las distintas cuencas hidrográficas del país y en la puesta en regadío de zonas de secano. Sin embargo, esta política acabó beneficiando sobre todo a los medianos y grandes propietarios agrarios y no tanto a los colonos.
El documental que reproducimos es una pieza de propaganda creada por el INC en 1949 que estaba destinado a explicar cómo era y la colonización y sus beneficios, ensalzando la labor generosa y racional del Estado. La realidad fue muy diferente. Los colonos seleccionados, unos 40.000, fueron escogidos por su fiabilidad política, capacidad profesional y por tener familias grandes. La casa y las pequeñas parcelas que obtuvieron les fueron vendidas por el INC a un interés anual medio del 5%. A menudo, cuando llegaban a los nuevos pueblos, estos o no estaban hechos o las casas estaban sin terminar y las parcelas estaban en malas condiciones. Agobiados por las deudas con el INC, sus vidas fueron muy duras durante los primeros años.
En estos pueblos de colonización a las tradicionales “fuerzas vivas” presentes en todas las localidades, es decir, el cura, la guardia civil, el alcalde y el jefe de Falange, venían a sumarse los representantes del INC, caso de los mayorales y los capataces. Estos técnicos eran los encargados de la supervisión de los colonos, especialmente durante los cinco primeros años, los de tutela, y de garantizar el cumplimiento de los pagos en especie que debían hacer al Instituto. Todo ello, junto a las escuelas para niños y para niñas regentadas por maestros y maestras, garantizaba la práctica de un estrecho control social sobre los habitantes de estos pueblos.
Muchos de estos colonos mantuvieron a menudo actitudes aquiescentes y de consentimiento hacia el régimen que les había vendido unos bienes de los que con anterioridad carecían en absoluto. Como en tantas otras dimensiones de la dictadura, lo más habitual fue que los colonos mantuviesen actitudes tanto de rechazo como de aceptación respecto a distintos aspectos de la colonización, en un panorama complejo y repleto de matices.
GRR