Tazas de café
Repository: Museo de Guadalajara, Guadalajara, Spain
Contributor: Alfredo González-Ruibal
Source:
Fond or Collection
Alfredo González-Ruibal, “Arqueología del fascismo: materialidad y memoria”. Proyecto Intramural Especial, CSIC, 2011
Date Created: 1920 to 1940 (year uncertain)
Type: Ware
Extent: 1 item
Geographic Region: Abánades, Spain
40.89294, -2.48531
Las tazas de café en loza vitrificada y con decoración litografiada se convirtieron en un objeto industrial frecuente en los hogares españoles durante el primer tercio del siglo XX, tanto en ambientes urbanos como rurales. Su popularidad tiene que ver con la democratización de hábitos que hasta entonces habían sido esencialmente burgueses, como es el consumo de café y el uso de vajilla de representación. Las tazas en cuestión aparecieron en Abánades, un pequeño pueblo en una de las regiones más rurales de España, La Alcarria de Guadalajara. Las tazas son testimonio, en primer lugar, de la llegada, durante los años treinta, de objetos industriales y costumbres urbanas de clase media a los rincones más apartados de España. Pero el contexto en el que aparecieron nos informa de algo más, porque las tazas se encontraron en un parapeto aspillerado construido por las fuerzas franquistas a fines de 1938.
El café era un bien escaso durante la Guerra Civil debido a las dificultades de transporte. Fueron comunes los sucedáneos como la achicoria y la cebada tostada. No obstante, el bando franquista se benefició de la importación del café a través del vecino Portugal: solo en una remesa entraron en territorio franquista 5.000 kilos de café y azúcar. La España sublevada también recibió donaciones de países sudamericanos: el diario El Siglo organizó una colecta en Colombia, que hizo llegar a la zona rebelde 2.400 kilos de café en el mes de octubre de 1938. La mayor donación fue la de Getúlio Vargas, presidente de Brasil, consiste en 600 toneladas que llegaron ya en 1939, tras el fin de la guerra, y que supusieron a Franco pingües beneficios. Es posible que los soldados de Abánades estuvieran consumiendo café, pero también algún sucedáneo.
El lugar específico donde aparecieron los pocillos nos informa de la situación de los frentes en los últimos meses de la guerra. El parapeto aspillerado se encontraba en primera línea y en enfilada de tiro de las posiciones republicanas, situadas a solo 300 metros. Que los soldados sublevados pudieran tomar café (o sucedáneos) frente al enemigo y sin temor a ser molestados indica la escasa actitud ofensiva del Ejército Popular en esos momentos. De hecho, no aparecieron balas o metralla que indique que el parapeto fuera castigado, pero sí numerosos casquillos que muestran que desde él se efectuaba fuego sobre los republicanos.
Las tazas nos hablan también de una práctica común en los frentes y de la que se ha escrito poco: el saqueo de las poblaciones civiles. El pueblo de Abánades había sido evacuado y los soldados aprovecharon para servirse de lo que necesitaban: desde muebles a vajilla. A la inversa, al acabar la guerra, los vecinos no solo recuperaron lo que pudieron de sus pertenencias sustraídas, sino que hicieron buen uso del abundante material militar abandonado en los frentes.