La liberación de Mauthausen
Creator: Ornitz, Donald R. (1920-1972)
Source:
Still Picture 111-C 206395, National Archives and Records Administration
Date Created: 1945-05-06
Extent: 1 item
48.24041, 14.51627
La celebre pancarta trilingüe que coronó uno de los accesos al campo es hoy un símbolo icónico del colapso de la red del terror nazi, y su mensaje, en castellano, profundamente significativo: “Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadora”. Superada la euforia inicial, lo cierto es que aún quedaba un largo camino para escapar de la fortaleza maldita. Los que lo lograron arrastraron un buen número de secuelas tanto físicas como psicológicas de por vida.
En la mañana del 6 de mayo de 1945, sin embargo, aun resultaba imposible comprender la trascendencia de los crímenes que se habían cometido en el KL. Las heridas aun sangraban con profusión y los nuevos responsables de los recintos apenas se habían asomado al abismo. Empezaba entonces la dura tarea de organizar la salvación del mayor número de presos posible.
La mayoría de los supervivientes que no procedían de las potencias occidentales hubieron de afrontar un nuevo proceso traumático derivado de la pérdida personal y de la imposibilidad de regresar a algo que pudieran considerar hogar. La magnitud de las cifras no deja lugar a dudas. Se calcula que para el final de la contienda existían en Europa unos veinte millones de personas fuera de su lugar de origen.
En el caso español, destaca especialmente la labor de la Organización Internacional para los Refugiados (IRO), creada el 20 de abril de 1946 por las Naciones Unidas y que, por primera vez, contemplaba entre sus funciones el realojamiento, siempre voluntario, de los individuos a su cargo. El establecimiento de esta nueva organización supuso una revisión completa de las definiciones dadas tanto a la figura del “desplazado” como a la del “refugiado”, la cual fue dotada de un contenido radicalmente diferente al proveer ayuda material, sanitaria y legal a los afectados. Pero sus efectos no fueron inmediatos. En su caso, los españoles supervivientes de Mauthausen permanecieron en un limbo jurídico y asistencial hasta más de dos años después de la liberación.
En España, las cosas fueron bien distintas. La pervivencia de la dictadura hasta 1975 imposibilitó el reconocimiento abierto de la deportación española a los campos nazis. Habría que esperar hasta los años 1990 para ver avances en el reconocimiento jurídico del exilio. Actualmente, el Estado y la sociedad española se hallan en un proceso de reivindicación y reconocimiento de la memoria de las victimas tanto del franquismo como de la deportación.
GGB